81. ¿A dónde mierda te metiste?

¿A dónde mierda te metiste?

Elec M. Harrington

Estaba fuera de su eje, esa era la única manera de definirlo. La noche después de ese brutal entrenamiento donde había molido a golpes a los machos que habían molestado a Alabaster, Elec había ido a buscarlo porque necesitaba verlo y se enteró que su habitación estaba desocupada. Aquello había encendido un malestar y enojo que jamás había sentido en su vida. Su siguiente paso fue buscar a Grant, su amigo tenía que saber donde estaba, después de todo era su hermano pequeño. Según su amigo, Alabaster había regresado a su hogar en Isla Maud. Lo había decidido una mañana, y se había marchado por la noche. De eso habían pasado quince días y Elec ya no se soportaba en su propia piel.

Rhett le haría el favor de entrenar a sus hombres por unos cuantos días y los mellizos le habían prometido ayudarlo también, por lo que Elec había comenzado su carrera de apariciones sin más explicaciones. Sabía que si aparecía y desaparecía rápido, podría recorrer los casi treinta puntos de aparición que había entre la Corte Omega y la Isla Maud.

Elec jadeó al aparecer por fin en el punto de aparición de la Isla Maud, estaba mareado y pálido pero había logrado llegar a donde debía. Ahora solo era cuestión de ir hacia donde Grant le había indicado, según él Alabaster estaba parando en la casa de sus padres. Por suerte para él, el sentido común se hizo presente por un momento y primero se dirigió a un pequeño hotel subterráneo para los de su raza y se registró allí, pidiendo una cena abundante antes de recostarse a descansar un poco. Esperaba hacer a tiempo de bañarse, cenar e ir tras aquel macho. Sabía que tenía que tomarse el resto de la noche y la mañana para descansar después de su carrera, pero no podía hacerlo. La piel le había empezado a hormiguear como si supiera que su macho estaba cerca.

Con Alabaster Deveraux - 4 AM - Isla Maud

¿A dónde mierda te metiste?

Alabaster Devereaux

Había huido. Se había marchado así como había llegado a la Corte, demasiado confundido y muy frustrado por lo que sucedía. Alabaster había visto como el Capitán Harrington se encargaba de moler a golpes a sus compañeros y aquello había sido todo lo que necesitaba para irse a llorar a la habitación de su hermana mayor, sin aguantar nada de lo que pasaba allí, Poppy había tenido que calmarlo y dejarlo dormir con ella toda esa mañana porque todos los pensamientos de Alabaster eran autodestructivos y temía dejarlo solo. El le había dicho al despertar que iba a marcharse y así lo había hecho.

Hacía ya más de dos semanas que el castaño estaba en la casa de sus padres y ellos estaban contentos de su visita. aunque su padre ni había dicho nada lo había increpado un par de días atrás, las noticias volaban y el que hubieran visto a un macho entrar cada noche a su habitación no había pasado desapercibido para su informante. El le había contado a su padre que le gustaban los hombres, dejando de piedra a Aleister Devereaux quien pensaba que su hijo iba a negarse a todo aquello. Estaba tan enojado como incrédulo hasta que le había dicho que el iba a ayudarlo a curar aquello. Como si lo necesitara. Esa noche Alabaster había terminado con ello, había obligado a todo el mundo a alejarse de su habitación y no había salido de allí hasta que todo lo vivido con su compañero se hubiera borrado de su mente y había tenido que descansar un tiempo para recuperar sus energías luego de aquello, pero ya nada podía lastimarle, había tocado fondo en todo aquello.

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Elec M. Harrington

Bueno, al carajo con la cena. Elec se tomó algunos minutos para ducharse pero apenas si había tocado su cena antes de salir de su pequeña habitación de hotel en busca de Deveraux, ya había buscado en el mapa el domicilio que Grant le había dado y se encaramó hacia allí, guiado por su necesidad y su rabia. Aún estaba demasiado debilitado, pero eso no le importaba, ni iba a detenerlo aún cuando cada cierta cantidad de pasos necesitaba tomarse algunos segundos para recuperar el equilibrio. La casa Black se alzó delante de sus ojos como un monstruo enorme recortado por las sombras de la noche, sabía que los Black eran de las familias más adineradas de su mundo, pero aún así.. Elec negó y se acercó a los guardias que custodiaban el enorme portón forjado que funcionaba de entrada.

- Misión especial, he sido enviado por Alabaster Deveraux..- dijo con seriedad cuando el guardia de seguridad lo increpó.- Capitán Elec Miles Harrington..- se presentó por fin, con esa arrogancia tan suya, tan desvergonzada y tan de bastardo. Los guardias lo dejaron pasar, el mayordomo ya esperaba por él en la puerta de entrada como si el maldito perfume de aquel macho no estuviera por todas partes allí, como un cartel de neón. Elec se dejó guiar escaleras arriba por unas cuantas puertas y pasillos hasta por fin dejarlo frente a una.

Elec llamó dos veces a la puerta con el puño y poco decoro o modales, sus colmillos alargados en su boca. De nuevo toda esa ira y desazón amenazando con volverlo un animal irascible. Y todo por un macho con el que no sabía qué carajos le pasaba.

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Alabaster Devereaux

 Baster había dormido más de lo debido en su cama, hacía mucho no disfrutaba de estar en su habitación y su propia cama era lo que tanto había extrañado, eso, sus videojuegos y su gato gordo Chester. El acababa de salir de darse un baño cuando le avisaron que estaban buscándolo. El se extraño por aquello pero no presto demasiada atención para saber de quién se trataba.

Se acomodó su bata sobre sus boxers para abrir la puerta y encontrarse con el Capitan Harrington frente a él, su mirada y sus colmillos letales frente a él. - Capitan? Ha sucedido algo con mis hermanos? - era tan extraño que él estuviera allí que la alarma se había encendido en el castaño que lo dejo pasar, disculpándose para ir donde el baño para terminar de vestirse.

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Elec M. Harrington

¿Qué clase de retorcida mala broma era esa? Elec gruñó en cuanto Alabaster se alejó de él, siguiéndolo a su baño privada para tomarlo del brazo e inmovilizarlo contra la pared. No iba a irse a ningún jodido lugar.- ¿De qué mierda vas, Deveraux?- le dijo, su rostro muy cerca del otro, sus colmillos reluciendo en su boca como las armas letales de eran, en ese momento desesperadas por hundirse en el cuello perfecto de Alabaster. Elec ni siquiera esperó una respuesta, lo besó con fuerza contra la pared, su miembro comenzando a endurecerse en sus pantalones a pesar del cansancio que sentía.

- ¿Por qué te fuiste de la Corte? ¿Por qué no me dijiste nada?- volvió a preguntar apenas más tranquilo luego de besarlo. Elec se relamió los labios, sus colmillos dolían en su boca ante la necesidad de sangre luego del esfuerzo de aparecerse como un condenado a través del jodido océano. Estaba a punto de sentirse un imbécil por haber cruzado un océano entero por llegar a un macho que actuaba como si no hubieran follado como unos condenados los últimos dos meses. Y ni siquiera sabía bien por qué la había jodido, porque como todo en su vida, estaba convencido de que él mismo había jodido las cosas entre ellos.

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Alabaster Devereaux

 Estaba por decirle al macho aquel que podía pedirle algo para comer y beber junto a una dadora, seguramente su viaje había sido largo y cansador. Baster no llego a la puerta del baño que el capitán lo empujo contra la pared haciendo que el castaño abriera grandes sus ojos claros para mirarlo asustado y sin moverse. No sabía que le pasaba a aquel hombre pero quizás estaba confundido. Muy confundido porque lo estaba besando. El apenas pudo reaccionar a la cercanía a ese macho, todo en el le hacía estremecer y sentirse seguro a pesar de temer que en cualquier momento lo atacase.

El se alejó apenas tuvo la oportunidad de el para sentarse junto a Chester en su sillón. - Te ha enviado Emori? Le dije que no iba a regresar, ese no es mi lugar.. - le dijo, era extraño porque el había tenido una charla con ella antes de marcharse y por más que ella le había dicho que conservaría su lugar no creía necesario el mandar por el como si fuera un chiquillo que no sabía lo que quería.

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Elec M. Harrington

En serio, ¿qué mierda? Elec maldijo llevándose una mano al rostro. Allí había algo más y él se lo estaba perdiendo, lo que no le gustaba un carajo.- Me importa una mierda Emori..- soltó malhumorado, clavando a Alabaster con su mirada celeste.- ¿Por qué te fuiste?- volvió a insistir con aquella pregunta, necesitaba comprender que sucedía y pronto. 

Elec se sentó en el piso, demasiado cansado para que sus piernas siguieran sosteniendolo. Había sido un imbécil, ese mocoso estaba jugando con él y no deseaba continuar con esa burda charada. La adrenalina lo abandonó al igual que la energía. Se quedaría allí unos minutos hasta recuperar algo del color de su rostro y luego se marcharia. Si Alabaster podía hacer como que nada había pasado, él también. Y sería más fácil sin Alabaster dando vueltas por la Corte, embrujando su mente. 

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Alabaster Devereaux

  Bien, aquello realmente no le estaba gustando nada, aquel macho parecía enojado y muy cansado. El se sentó frente a él. - Ser soldado no es para mi capitán, eso es todo.. - le dijo pues no había otra excusa más en su mente más que aquella en ese momento, no se sentía capaz de aquello y sino lo sentía así podría en cualquier descuido ser más una molestia que un buen elemento.

Su gato se paseo por las piernas de Elec y el lo aparto para abrazarlo. - Quiere comer algo capitán? Puedo pedir una dadora si eso necesita. - El se llevó una mano a la cabeza, el olor de aquel hombre había inundado su habitación y aquello hacia que su cabeza doliera y que se quisiera acercar atraído por aquello.

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Elec M. Harrington

Eso era todo, se iba al carajo de allí. Elec se puso de pie, entrecerrando apenas sus ojos para enfocar mejor.- Lamento esto, no tendría que haber venido..- dijo con la mandíbula tensa. Ya luego pediría una dadora cuando estuviera de regreso en su habitación de hotel y en cuanto cayera la noche volvería a la Corte Omega.- No, no quiero nada..- agregó caminando con pesadez, pondría toda la distancia que pudiera entre ellos y volvería a su vida militar. 

Una vez afuera de la enorme casa Black, Elec encendió un cigarro, aspirando el humo con lentitud, de nuevo se sentía mareado y ese cigarro no iba a ayudarlo pero qué carajo importaba nada ya. Él se apoyó en una pared, fumando allí, dejando que él humo lo calmara un poco, aunque creía que nada iba a sacarle la desesperación que sentía. 

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Alabaster Devereaux

  Había querido ser amable pero al parecer aquel hombre no estaba del todo cuerdo. El castaño asintió dejando que se marchara, acompañándolo hasta la puerta de entrada, aún llevaba su bata bordo cuando su padre lo increpó al cerrar la puerta.

- No.. en esta casa.. - masculló el mayor antes de tomarlo de la bata y empujarlo contra la pared para golpearlo una y otra vez, completamente fuera de si, el alterego de Aleister manifestándose de la peor manera ante aquella atros noticia que le había dado su hijo y la evidencia fumando un cigarro en sus jardines como si nada.  

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Elec M. Harrington

Una mala sensación hormigueo en la piel de Elec, algo estaba mal. Sus colmillos vibraron en su boca haciéndole desear la sangre de alguien más. Y entonces lo escuchó: un golpe. Y luego otro, y otro. Alabaster estaba siendo golpeado. Elec arrojó su cigarro al suelo y lo piso en su carrera hacía la casa Black, pateando la puerta para entrar, viendo a un macho adulto golpear a Alabaster en el suelo que apenas si podía defenderse.

Elec se fue sobre el macho que golpeaba a Baster, enceguecido también por su propia ira. Su oponente tenía mucha más fuerza que Elec, pero él era un maldito experto en combate y en ese momento que debía proteger a su macho, Elec parecía haberse fortalecido.- Voy a matarte aquí mismo, hijo de puta..- gruñó Elec, sus manos cerrandose sobre la garganta de ese tipo. 

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¿A dónde mierda te metiste?

Alabaster Devereaux

  El cuerpo de su padre había cambiado, parecía incluso más joven de lo que aparentaba siempre, más joven, más fuerte y más menfadado que nunca. Alabaster no sabía cuándo frenaría aquello, quizás solo tendría que esperar a desamayarse para parar aquello pero eso no paso.

Al abrir uno de sus ojos magullados vio como el capitán Harrington estaba sobre su padre y eso no podía ser posible, el se abrazo las costillas contra el piso - No lo mates.. es mi padre... - le pidió intentando utilizar sus poderes con ellos para que se dejarán de golpear, no quería nada de aquello. El castaño se puso de pie como pudo. Sus colmillos descendidos. No podía permitir que ellos dos se hicieran daño.

- Papá, no puedes hacerle daño a mi compañero.. - murmuró cuando un par de imágenes llegaron a el rodeado de su aroma, sus poderes no habían sido suficientes estando en su presencia, ese macho era suyo, Baster le sonrió antes de dejarse caer al suelo, demasiado lastimado para nada mas.

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Elec M. Harrington

Saber que ese hijo de puta era el padre de Alabaster no hizo nada por calmar el enojo de Elec, y es que él había matado a su propio padre por proteger a sus hermanos menores. Mataría a ese macho sin pestañear para proteger a su.. ¿compañero? ¿Eso era lo que le sucedía? No podía ser, y a su vez parecía ser lo único con sentido.- Si te acercas a su habitación, te mato imbécil..- Elec pateó al macho aquel en el suelo antes de cojear hasta alcanzar a Alabaster, tomándolo entre sus brazos para llevarlo otra vez a su habitación. 

Elec recostó a Alabaster en su cama, dejando que su dadora personal lo alimentara bajo su atenta mirada. Un movimiento extraño y acabaría con ella. Él rechazó la comida y cualquier otra cosa. Se ocuparía de que Alabaster estuviera bien, hablaría con Grant para hacerle saber lo que sucedía y volvería a la Corte Omega para seguir con su vida. Elec puso una silla contra la puerta una vez que la dadora se marchó y se sentó en ella. No podía dormirse, no importaba cuánto le doliera el cuerpo y lo cansado que estuviera, tenía que asegurarse que Alabaster estaría bien. 

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Alabaster Devereaux

Estaba cansado de la violencia que todos manejaban a su alrededor. Alabaster había recordado todo a base de golpes, los primeros golpes de su padre y la primera vez que se manifestaba ante el su alterego luego de crecer.

El castaño se dejó llevar hacia la habitación en brazos de su macho, le dolía demasiado todo el cuerpo. Su dadora lo alimento y el se quedó sintiéndose morir de malestar mientras su cuerpo comenzaba a curarse.

- Lamento.. está noticia, intente no vincularme.. pero no pude hacerlo y tu necesitabas tiempo.. - seguramente en ese momento quería salir corriendo de allí. Baster entendía aquello, quizás fuera lo mejor que ambos se marcharan antes que la noticia de esa paliza resonará en los oídos de sus abuelos.

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Elec M. Harrington

Sirius Black y Mad Deveraux iban a sacarle la mierda a Aleister Deveraux si no lo había hecho ya su compañera, Nella Sinclair. A Elec no podía importarle menos todo aquello, en especial sabiendo que Alabaster había estado jugando al imbécil con él desde que había llegado.- Y por eso te fuiste sin decir nada..- escupió Elec con enojo, sin mirarlo, sus brazos cruzados sobre el pecho.

En más de una ocasión Elec le había dicho a Alabaster que hablara con él, que le dijera lo que le sucedía o lo que no, porque Elec no leía su maldita mente. Y eso no había sucedido, Alabaster jamás le había dicho nada de nada. Pues a la mierda. 

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Alabaster Devereaux

Era increíble que estuviera enojado con aquello, pero sin duda lo merecía. Baster gruñó al levantarse de la cama, sentándose allí para ver al macho furioso que estaba a dos metros de distancia de el en la puerta de la habitación.

- Acepte que fuera solo una noche la primera vez, porque era lo que deseabas, y todas aquellas veces, no querías más que eso y yo ya no podía ocultarlo, me obligue a olvidarte con mis poderes, pero tú presencia y la vinculación son más fuertes que eso.. - y se había ido, se había marchado porque no soportaba aquello. Baster bajo la mirada clara hacia sus manos juntas, le había fallado a todo el mundo. No sabía si sus abuelos de la Corte le dirían algo a su padre pero sin duda Sinclair ya estaría allí y ya se sabía lo que el enojo de su abuelo Altair provocaba en pocos minutos.  Alabaster había sido criado por aquel hombre prácticamente.  

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Elec M. Harrington

Elec podía no estar seguro de lo que sucedía, pero Alabaster era un jodido cobarde y eso lo tenía encabronado. Lo observó cuando se sentó con dificultad en su cama, apretando un poco más la mandíbula. Sus ojos celestes resaltados por la suave sombra de sus ojeras.- Pudiste intentar hablar conmigo alguna de todas las veces que te pregunté qué pasaba, o negarte si te estaba haciendo daño..- gruñó, ya había tomado la decisión de marcharse de vuelta hacia la Corte Omega una vez que cayera el sol. 

Abajo se escuchaba como una hembra regañaba a un macho mientras que intentaba mantener a otro en su lugar. Elec se tensó, poniéndose de pie para dejar la silla sola por si tenía que ponerse en guardia y defender su posición. Aunque necesitado de sangre, herido y agotado como estaba no sabía cuánto podría hacerlo. Pero carajo, pelearia de todas formas. 

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Alabaster Devereaux

Nadie entraría a su habitación si el no lo permitía, nadie excepto su abuelo y podía estar seguro que estaría ocupado cargándose a su padre. Baster suspiro pasándose la mano por la nariz, sentía un escozor que seguramente sería sangre. El se levanto con dificultad y camino la distancia que lo separaba de Elec, sentándose en el piso y jalándolo contra el.

- Jamás me diste a entender que querías algo más que esas noches.. - le dijo apoyándose contra su pecho, respirando con fuerza - Bebe de mi.. - le dijo, su compañero estaba herido y en ese momento lo necesitaba, ambos lo hacían. Baster lo abrazo, aguardando, el mundo podía irse a la mierda en ese momento que el necesitaba estar con Harrington por última vez antes que lo abandonara.

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Elec M. Harrington

Alabaster se acercó a Elec para sentarlos en el suelo y él se dejó tumbar con facilidad, le costaba un poco mantenerse en pie y enfocar la vista por el agotamiento y el dolor. Aún así se revolvió el abrazo del otro macho, las cosas se habían terminado entre ellos, a pesar de no haber comenzado, cuando Alabaster abandonó la Corte Omega. Sus colmillos descendieron en su boca, llamados por la vena que palpitaba a su lado y Elec tomó el brazo de Alabaster para alimentarse.

Carajo, si. Eso era lo que necesitaba. Jamás se había sentido así de satisfecho o completo al alimentarse de una hembra. Elec se tomó algunos minutos para alimentarse y cuando terminó selló la herida con su lengua, aún sentado junto a Alabaster.- Si necesitas, puedes hacerlo..- dijo con seriedad, tendiendole su propio brazo, no le daría una intimidad que no merecía al ofrecerle su cuello, en ese momento solo estaba devolviendo una gentileza. 

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Alabaster Devereaux

Baster dejo que el se alimentara intentando mantenerse sentado allí mientras el otro bebía de su muñeca. El había sentido como lo rechazaba pero no dijo nada, no sabía que pretendía el hacer con ese viaje en su búsqueda pero no tenis fuerzas para preguntarle en ese momento.

No iba a beber de el, no podía seguir mintiendose con algo que tendría solo un momento, no iba a conformarse con eso. - Mi sillón puede hacerse cama, puedes descansar ahí hasta el atardecer, o tienes la cama.. - le ofreció quedándose frente a él, abrazándose los brazos, tenis frío y mucha debilidad. El no podía regresar a la Corte, no quería ser una carga más para sus hermanos y su mejor amiga estaba muy enojada por no disfrutar que tenía a su compañero vivo. En ese momento no podría hacerle bien a nadie.

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Elec M. Harrington

Lo que había sucedido a Nylah Carter era una tragedia, pero que ella esperara un comportamiento determinado de los demás solo porque le había pasado a ella era infantil y caprichoso. No todo el mundo lo tenía tan claro con ese asunto de la vinculación, o le era tan fácil aceptarlo y comprenderlo. Elec estaba en ese grupo.- He dormido en condiciones peores, no voy a abandonar mi puesto..- respondió, acomodándose de nuevo para bloquear la puerta con su propio peso. Nadie entraría a esa habitación sin que él se enterara. Aunque todavía no tuviera totalmente resuelto lo que sucedía con Alabaster, no iba a dejar de protegerlo.

Elec cruzó los brazos por sobre su pecho, luego de alimentarse se sentía menos aletargado pero aún así muy cansado y sus ojos comenzaban a cerrarse con pesadez mientras él cabeceaba sin poder evitarlo. El viaje hasta Isla Maud había sido agotador, y la pelea con el padre de Alabaster solo había terminado de drenar su energía. Pero la sangre de Alabaster, signo inequívoco de su vinculación, había activado su sistema de sanación y las heridas comenzaban a sanar con lentitud, para la caída de la noche podría comenzar su regreso a la Corte Omega.

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Alabaster Devereaux

Alabaster lo miro alejarse de el, se sentía aletargado y sabía que le seria difícil volver a levantarse de allí pero agradecía poder volver a verlo de nuevo, aún así de enojado con el. Cómo lo suponía llegar a la cama le costó demasiado, estaba seguro que tenía algún hueso roto. El castaño no tardo en dormirse dándole la espalda a al capitán.

La puerta fue aporreada hasta poder abrirse y sacar de su guardia a quien la protegida, el hombre que había entrado tenia el cabello sobre los hombros de un negro azabache y sus ojos oscuros escudriñaron al capitán con pereza, como si su pose defensiva fuera demasiado aburrida para el, Altair Sinclair no iba a dejar a su nieto menor en esa casa y ya se lo había dado a entender a su hija - Debes ser Harrington.. mi nieto me ha hablado de ti.. - masculló mientras se acercaba a Baster para comprobar los daños que le había hecho el idiota de Aleister.

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Elec M. Harrington

Luego de la paliza que le había dado a su bebé, Nella le había dicho a Aleister que dormiría en el sillón hasta que se le quitara lo idiota, y como si eso fuera poco, le había pedido a su padre que fuera por Alabaster para que su hijo pudiera pasar unos días con sus abuelos maternos, sabiendo que necesitaba estar tranquilo y contenido. Todo el drama familiar no había subido al nivel superior y Elec no se hubiera despertado de no ser porque alguien había golpeado la puerta hasta que él se pusiera de pie, listo para moler a golpes a lo que fuera necesario.

Elec gruñó y guardó silencio al escuchar hablar a aquel macho, viendo como se acercaba a Alabaster, no podía evitar sentirse tenso, en lo más profundo de su cabeza sabía que no tenía la energía o la fuerza suficiente para proteger a su macho si era necesario porque no había logrado dormir ni una mísera hora.- ¿Por qué está aquí?- quiso saber, siempre cerca del cuerpo dormido de Alabaster, listo para saltar sobre su abuelo y dar lo que quedaba de sí.

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Alabaster Devereaux

Para Altair su hija estaba siendo demasiado blanda con su compañero aunque sabía de primera mano que un ataque de ira podría destruir la mente más vulnerable. El moreno no iba a dejar eso como estaba y su yerno ya lo sabía.

- Podría preguntar lo mismo.. - masculló el mayor sin contestar mientras paseaba un paño húmedo por la frente de su nieto, sin duda ese niño era la debilidad del moreno, eran tan diferentes y aún así a ambos les había costado mucho encontrar el rumbo de su vida.

- En una hora llegará el medico de la familia a revisarlo, y voy a llevarlo a su apartamento en la Isla para que esté más tranquilo, que regrese a la Corte, eso solo dependerá de el.. - le explicó aunque no debía hacerlo.

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Elec M. Harrington

No le debía explicaciones al macho aquel y no iba a dárselas. Elec apretó la mandíbula al escucharlo, le molestaba que tocará a Alabaster con esa familiaridad pero sabía que su enojo y molestia no tenían razón de ser. El sol estaba alto, por lo que dudaba que ningún médico vampiro pudiera llegar en una hora. Elec se acomodó de nuevo en su silla, vigilando la puerta. Además necesitaba alejarse de esos dos machos.

No iba a hablar sobre si Alabaster volvería a la Corte Omega o no, no era asunto suyo después de todo. Lo mejor sería dejarlo en paz, en especial porque, y aunque estaba enloqueciendo sin él, Elec no deseaba reclamarlo como su compañero en ese momento. Por un lado porque no sabía que era lo que le sucedía, por otro, porque aún estaba enojado con que Alabaster se hubiera marchado así sin más.

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