29. ¿Te conozco?

¿Te conozco?

Skyy A. Townsend

De un día para otro y sin saber qué había sido lo que le cayera mal, Skyy había amanecido en su pequeño apartamento, cubierta de sudor y con la misma ropa que había utilizado el día anterior, no más abrir los ojos había tenido que correr al baño para poder vomitar y jadear por el esfuerzo. Había pasado así tres días hasta que por fin había podido levantarse y retomar sus actividades. Claro que los entrenadores no le habían tenido piedad y le habían exigido como si Skyy no hubiera estado ojerosa y agotada. Esa noche había habido junta con sus otros compañeros de la resistencia en la casa de Doug. El toque de queda ya había comenzado y Skyy debía apresurarse en llegar a su apartamento sin que la vieran.

Un grito de alto a sus espaldas hizo que Skyy se quedara paralizada por un segundo, no sabía de donde -pues ella no tenía amigos entre los perros de Seguridad- pero conocía esa voz que volvió a gritarle, ésta vez activando el sentido de supervivencia que le dijo que corra con todas sus fuerzas y así lo hizo. Skyy comenzó a correr tan rápido como le permitieron sus piernas, entrando en una de las pequeñas callejuelas de su facción, más de una vez las había utilizado para poder escapar de los miembros de Seguridad que custodiaban su facción.

Skyy gimió al sentir que un calambre comenzaba en su pantorrilla derecha y que la obligaba a cojear mientras se alejaba con más lentitud del sujeto que continuaba corriendo tras ella, tenía que esconderse, él no podía alcanzarla. Maldita fuera su suerte.

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Donovan Hessler

Una de las cosas para los cuales lo preparaba su entrenamiento era para poder controlar los efectos secundarios que aparecían una vez que te borraban los recuerdos. Aún así una vez que los de Seguridad pasaban por aquello, se les cambiaba el turno para darles un par de horas extra de descanso. Don no recordaba el procedimiento ni sabía qué recuerdos le habían quitado pero intuía que había pasado porque ese día le tocaba salir a patrullar las calles de Deportes de noche. De todas formas poco le importaba. Él era fiel a un sistema que funcionaba.

Eran más de las diez y el toque de queda había empezado, las calles estaban desiertas mientras Don caminaba alerta. Se había quedado solo, su compañero se había tomado su descanso para cenar al ver que todo parecía indicar que no tendrían problemas esa noche. Pero se había equivocado. Donovan entrecerró los ojos para poder ver mejor cuando visualizó a una chica que caminaba de prisa y negó con la cabeza, era muy común en Deportes tener que detener gente a la cual se le hacía tarde. No parecían aprender en ese lugar.

El rubio se acercó lo suficiente a ella y la llamó una vez para llamar su atención, pero la muchacha se detuvo en seco y luego se hechó a correr hacía el lado contrario a donde él estaba. Le quedaba claro entonces que no era una muchacha tonta que había perdido la noción del tiempo, sino que se trataba de una rebelde.
Donovan comenzó a correr detrás de ella mientras volvía a gritarle que se detuviera, pero ella solo tomó más velocidad, desapariendo de su vista por un segundo. Giró en una calle y la encontró de vuelta, la muchacha había empezado a cojear mientras intentaba escaparse pero él no tardó en alcanzarla y tomarla fuertemente del brazo, obligandola a mirarlo. - ¿Qué diablos crees que haces? - le gruñó él. Donovan miró a la chica y se quedó perplejo por un momento, sin soltar su agarre. - ¿Quién eres? - la pregunta no iba apuntaba a que ella se identificara para poder detenerla, si no que se dejaba ver su desconcierto. Sabía que la conocía, el fuego en sus ojos con el cual ella lo miraba le era muy familiar.

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Maldita sea, el calambre no podía dolerle más de lo que lo hacía. Skyy apretó los dientes y trató de apretar el paso pero el perro de Seguridad la alcanzó antes de que pudiera alejarse mucho más, estampándola con fuerza contra una de las húmedas paredes de la callejuela, su mano grande y caliente le apretaba la mandíbula, manteniéndola inmovilizada. Skyy se removió con fiereza bajo el agarre del hombre que la sujetaba, no iba a darse por vencida y no iba a dejar de luchar jamás, se lo había prometido a Naomi. Ella tenía que reunirse con su hermana mayor, la estaba esperando.

- No es tu asunto, perro..- gruñó Skyy con desdén zafándose por fin de la mano pesada que la sostenía, yéndose al suelo como un peso muerto. Pero eso no la detenía, Skyy volvió a intentar escapar pero el malestar de los días anteriores aún hacía mella en su cuerpo y antes de que diera un paso más el tipo aquel volvió a capturarla, apretándola con su cuerpo, de nuevo una de sus manos en su mandíbula, apretándola con más fuerza esta vez- Sólo salí tarde de un entrenamiento..- mintió. Aunque se notaba que era una mentira ese sujeto no tenía forma real de comprobarlo, y es que muchos de los miembros de su facción tomaban entrenamientos extra para ganar un poco más de dinero generando energía para las facciones, en especial los miembros más jóvenes.

Con esa mentira, Skyy se metía en muchos menos problemas que con ser una rebelde, y es que así apenas estaría tres días en detención. No era algo con lo que no pudiera lidiar.

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La muchacha aquella era menuda pero hábil, había consegudio zafarse de su agarre pero había caído al suelo casi al instante. Donovan bufó, había intentado ser lo más amable que podía pero no había otra forma con esa gente. Nunca entendería por qué había personas tan problemáticas y menos aún cómo era que ellos no se rendían, cuando sabían que no había forma de escapar. Para él eran un montón de problemas, imbéciles y tercos problemas que solo el sistema de Axies sabía resolver.

Don la tomó por su remera para levantarla y volvió a empujarla contra la pared del callejón, con su mano después en la mandíbula de ella para evitar que vuelva a intentar escapar. Solo la miró cuando ella le respondió, era claro para él que ella le estaba mintiendo. - ¿Entonces por qué te escapabas? Eres una niña estúpida si crees que voy a creerte.. - pronunció sus palabras con evidente molestia, odiaba las mentiras más que nada en el mundo. El rubio dio un paso más cerca de ella y apretó su mandíbula con más fuerza, notando en la cara de la muchacha el dolor de su agarre - Quizás una noche encerrada hará que aprendas, ¿qué dices? - pensaba llevarla detenía aunque no creía que eso llegara más lejos, pero solo para molestarla. Quizás así lograría asustarla y aprendería.

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El segundo nombre de Skyy era testaruda, no había duda de aquello. A pesar del dolor que le causaba el agarre del perro de seguridad y del hecho de que sus dedos comenzaban a dejar marcas en su piel, Skyy no dejaba de removerse y de querer safarse otra vez. Él no tenía nada real contra ella más allá del hecho de que la había encontrado tarde en las calles, era su palabra contra la de ella. Y en los tiempos en los que vivían, eso era una tranquilidad para Skyy. No podría hacerle nada más que retenerla unas horas y aunque no lo recordara, seguramente no fuera la primera vez que la detenían.

- Haz lo que quieras, y suerte probando nada, idiota..- dijo Skyy, sintiendo que el tipo aquel la tenía sujeta contra la pared con todo su cuerpo apretando el suyo, mucho más pequeño y menudo. Al notar aquello, en especial la forma en que la pelvis de aquel tipo la aprisionaba Skyy no pudo evitar sonrojarse como una adolescente- ¿Es mucho pedirte un metro cuadrado, degenerado?- agregó, de pronto sentía la boca seca y que la ropa le pesaba una tonelada.

Y no era solo la presión que ejercía ese tipo sobre su cuerpo, sino también la extraña sensación de familiaridad que sentía. Lo había visto antes, estaba segura. Ese hombre tenía unos ojos celestes profundos pero helados como un iceberg. Y entonces lo supo: había soñado con él. Skyy enrojeció un poco más. Ese hombre la visitaba en sueños algunas veces, quizá como una fuga de lo que fuera que hicieran para borrar sus recuerdos recientes.

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Estaba por volver a amenazarla con encerrarla cuando la muchacha le pidió espacio, él estaba acostumbrado a no respetar el espacio personal del resto de las personas pero nunca lo habían llamado degenerado por eso. Donovan solo cumplía su trabajo y su cuerpo era parte del mismo, la cercanía muchas veces era algo inevitable. No dejó que eso se expresara en su rostro como si lo había hecho ella, quien tenía las mejillas encendidas. - ¿Qué te pasa? ¿Es una estrategia para que te suelte? - le gruñó él a la defensiva. Había algo sobre ella que lo incomodaba, como si de alguna forma lo hubiera puesto en evidencia.

Don relajó su cuerpo y decidió respetar su pedido, alejando principalmente su pelvis pero sin soltar su agarre, solo disminuyendo la fuerza de ella para dejarla hablar. Sintió como la muchacha se removió para acomodarse - Espero que seas lo suficientemente inteligente como para no intentar nada - le advirtió. - Ahora dime qué haces aquí - Donovan esperaba una respuesta que lo satisfaciera, no quería tener que deternerla porque por más obediente que fuera, no disfrutaba de que le saquen sus recuerdos. Todo se le hacía muy confuso y siempre temía haber olvidado más de la cuenta.

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El tipo de seguridad aflojó su agarre sobre Skyy, lo que más le agradeció fue que alejara su pelvis de ella, dándole un respiro a su sonrojo. Si bien Skyy no era virgen, tampoco es que era una entendida del tema sexual. Skyy iba a volver a soltar una respuesta venenosa cuando algo llamó su atención: la cicatriz que ese hombre tenía sobre su ceja derecha. Sin poder detenerse una de sus manos se acercó a él y pasó la yema de sus dedos con mucha suavidad por la cicatriz. Algo la hizo darse cuenta de lo que estaba haciendo y Skyy se separó de nuevo del hombre, pegándose a la pared detrás de ella.

- Yo.. te he visto antes, no te recuerdo, pero te he visto en mis.. sueños..- dijo por fin de forma espaciada, sintiendo que el rubor volvía a sus mejillas, ¿qué era todo aquello? Se estaba comportando como una adolescente y no le gustaba en absoluto- Se me hizo tarde porque fui a ver a mi mejor amigo de sorpresa, hoy es su cumpleaños y quería darle un obsequio..- dijo más tarde y de forma más dócil, aquello era una mentira mejor pensada y que tendía a sacarla de problemas con mayor facilidad. Incluso tenía una pequeña porción de tarta de fresas en su mochila que le funcionaba un poco de coartada. 

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Donovan no entendía porqué ella se quedaba mirando su rostro de forma tan extraña, estaba a punto de reiterar su pregunta cuando una de sus manos acarició con suavidad la cicatriz de su ceja derecha. Él sólo abrió un poco más los ojos por la sorpresa pero no se movió, sino que se dejó hacer por ella. Si fuera cualquier otra persona, Don la hubiese empujado con fuerza y detenido en ese mismo instante pero había algo sobre esa mujer que despertaba un lado más empático y amable en él.

- ¿En tus sueños? - no pudo evitar soltar una pequeña risotada ante esa afirmación, su risa grave y masculina resonando en todo el callejón. - ¿A qué se supone que estás jugando? - le preguntó en un intento de volver a endurecerse, Donovan dio un paso hacía ella.

La muchacha entonces le respondió, contandole sobre la sorpresa que le había hecho a su mejor amigo en el día de su cumpleaños. Si bien él podía indagar más en su relato para ver qué tan verídico era y sabía que posiblemente era su obligación hacerlo, Donovan optó por dejar pasar esa detención. No sería grato para ninguno de los dos llevarla detenida. - Bien - dijo él seco, casi gruñendo - Tienes suerte, te creo. Puedes irte.. - los hombros de Donovan se relajaron pero no se movió para alejarse, todavía muy cerca de su cuerpo.

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Donovan intentaba no pensar en lo familiar que ella se le hacía, le habían borrado la memoria tantas veces que hasta se había acostumbrado un poco a la constante sensación de dejá vù. Es que además ese era su trabajo y a él no le quedaba otra opción.

Dos de sus compañeros los vieron y rápidamente inmovilizaron a Skyy para llevársela. Donovan reconoció a uno de ellos, era un hombre un poco más joven que él que trabajaba en un escuadrón que se dedicaba a rastrear posibles rebeldes y borrarles por completo su memoria.

Él se quedó paralizado ante los gritos de la muchacha, sabía que tenía que darse media vuelta y seguir con las rondas pero no podía dejar que le hagan eso. Diablos, por qué era así. Se maldijo en silencio cuando sus ojos se encontraron con los de ella y supo que tenía que ponerla a salvo.

No tardó en acercarse a ella y tomarla fuertemente del brazo para alejarla de esos hombres, evitando que ella recibiera un puñetazo en el estómago por parte de uno de ellos. Donovan la empujó hacía la calle y pateó al muchacho que conocía, que golpeó su espalda contra la pared. Sabía que tenía segundos antes de que se levantara y que le ganaban en número, así que le lanzó un puñetazo en la nariz al otro tipo antes de salir corriendo en dirección a la calle. Tomó nuevamente a la muchacha por el brazo para arrastrarla con él, tenía que sacarla de allí.

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¿Qué diablos? ¿Qué había hecho? Era en lo único que pudo pensar Donovan cuando ellos se detuvieron para tomar aire, varias calles más al sur de donde habían escapado de sus dos compañeros. Estaba realmente jodido, había arriesgado su trabajo por alguien que no conocía y sabía que si lo identificaban era muy probable que le borrarán la memoria a él también.

Y es que Donovan no era un rebelde, nunca antes había traicionado el sistema ni a sus compañeros de esa forma. Si bien no estaba de acuerdo con cómo se llevaban a cabo muchos de los procedimientos, él se veía a sí mismo como un soldado. Tenía que cumplir órdenes y había fallado a su deber.

Estaba a punto de entrar en pánico ante sus propios pensamientos cuando ella lo llamó por su nombre, Don se la quedó mirando sin comprender hasta que ella se aferró a su cuello, abrazandolo con fuerza y repitiendo su nombre en susurros, como si temiera volver a olvidarlo.

Donovan la abrazó también, tomándola por la cintura y quedándose en silencio sin entender muy bien qué estaba pasando. - No te conozco, ¿cómo es posible que me importes así? - dijo él, todavía asimilando lo que había pasado en la última hora. Se separó un poco de ella y besó su frente con los ojos cerrados, luego tomó su cara entre sus manos para observarla mejor. - Estás a salvo - murmuró, de repente y al verla eso era todo lo que le importaba.

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Era muy claro ahora para él que no era la primera vez que ellos se veían pero, aunque Donovan se esforzaba, no podía precisar quién había sido ella en su vida. Que le dijera dónde se había hecho la cicatriz de su ceja era prueba suficiente para saber que quién sea que fuera la mujer frente a él, era alguien importante. Donovan siempre había sido un hombre reservado, no hablaba con su familia ni siquiera con sus compañeros más antiguos de trabajo, menos aún contar anécdotas tan personales con sus hermanos.

- No dejaré que nadie te saque nada, iremos a mi casa.. - le dijo, no iba a dejarla ir, no sin él. Donovan arrastró una de sus manos de la mejilla de ella a su cabello para acariciarlo y lograr tranquilizarla. - Confía en mí, prometo ponerte a salvo - Se separó de ella y le hizo una mueca parecida a una sonrisa para lurgo mirar el reloj en su muñeca, intentando recordar quién estaba de guardia esa noche. Donovan estaba intentando pensar que camino tomar para asegurarse que no se cruzarían con ningún otro policía.

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El camino de regreso a su hogar había sido una tortura para ambos, para ella que perdía el aliento debido a los golpes y para él, que sentía todo el cuerpo tensionado por lo nervioso que la situación lo ponía. Donovan no solo se preocupaba por él, si no -y aunque siempre lo negaba- también por sus hermanos. Sabía que una vez que entrabas a la lista negra, también lo hacían los tuyos y él tenía que protegerlos a como de lugar.

Una vez que llegaron a su hogar Donovan dejó a la muchacha en el estar para que se pusiera cómoda mientras él iba a buscar un poco de agua. No tardó en volver a ella, se veía adorable con el rostro sonrojado. Era muy raro porque a medida que los minutos pasaban, él se sentía más y más a gusto con ella. De repente se dió cuenta: él no sabía su nombre.

- Espero que cosas buenas - le dijo, sentándose en el sillón negro de cuero, haciéndole una seña para que lo acompañe - Acabo de darme cuenta que todavía no sé tu nombre - le dijo más serio - O por lo menos, no lo recuerdo - esa situación entre ellos era muy irreal.

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La casa de Donovan era muy espaciosa y luminosa y cuando él recién se había mudado Sadie lo había ayudado a amueblar y decorar su hogar, respetando el estilo rústico y moderno de la propiedad. Pero claro que eso había durado muy poco, con los años el rubio había comprado algunos muebles que no iban con el resto del espacio y, aunque no era un sentimental, había llenado las estanterías de madera con pequeños adornos y libros que lo remitían a los suyos.

Donovan levantó una ceja cuando ella mencionó sus sueños sucios, no esperaba eso. Él se rió con ella y negó con la cabeza, manteniendo la sonrisa en su rostro. - Bien Skyy, ¿crees que en mi otra vida fui prostituto y tú eras mi clienta favorita? O quizás nos conocimos haciendo pornografía - El rubio le guiñó un ojo con descaro, le gustaba el rumbo en el cual esa conversación estaba yendo y de todas maneras prefería concentrarse en los sueños sucios de Skyy en vez de seguir intentando descifrar porqué ella y su nombre le eran tan familiares, Donovan sentía que lo había saboreado en sus labios miles de veces.

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Su lado más divertido y bromista solía estar reservado únicamente para sus hermanos varones, creciendo se habían hecho toda clase de bromas entre ellos. La única exenta era Sadie y era solamente porque su hermana menor no sabía cuándo parar.

- Alguien te mintió si te hizo creer que no eras material para el porno, espero no haber sido yo.. - Donovan sonrió cuando ella apoyó su cabeza en su hombro, de vuelta la sensación de dejá vù. - ¿Qué deportes prácticas? - Le preguntó él ignorando su última frase, había cambiado de tema porque no se suponía que podían hablar sobre eso. No con la seriedad que parecía querer Skyy.

Esa era otra cualidad de Donovan, esconder todo debajo de la alfombra y aparentar que nada había sucedido. Era más fácil su trabajo así porque ¿que pasaba si él era quien había borrado su memoria?

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Sabía perfectamente lo que había hecho mal pero no sabía qué hacer para arreglarlo sin tener que exponerse ante ella. A Donovan no le asustaba tanto haberla lastimado sin querer hacerlo como haberlo hecho intencionalmente. Eran épocas difíciles en Axies y cada vez las medidas eran más duras. Él no era un hombre violento en su vida cotidiana pero había mandado a más de un hombre al hospital en su trabajo.

Tardó en levantarse hasta que ella se acercó a la puerta, en ese momento algo dolió en su pecho y él no podía permitir que ella se fuera. No era seguro y no podía volver a perderla, incluso sin tenerla.

- Espera.. - le pidió él, se había puesto entre la puerta y Skyy, con su mano en su hombro derecho - Quedate, por favor. No te vayas.

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La situación era muy dolorosa, en sus recuerdos él no podía distinguir el rostro de Skyy, ni siquiera su propio rostro o su apartamento. Solo sabía que habían estado así pero mientras más intentaba concentrarse en la imágen de ellos abrazados en su umbral, más borroso se tornaba todo.

Skyy se alejó de él luego de hacerle esa pregunta, su rostro pálido de repente y su mirada perdida, ella intentó agarrarse de una pequeña mesa que separaba la entrada del comedor a modo de recibidor pero no lo logró. Donovan dio un paso hacía ella y la tomó en sus brazos evitando la caida. La llevó al sillón y la recostó sobre su cuerpo, su sangre había manchado su camisa azul.

- Todo esto es demasiado.. - dijo él más para sí mismo - Averiguaré qué nos hicieron - Donovan ya no podía ignorar la situación, los recuerdos los iban a seguir invadiendo mientras estuvieran juntos y dejarla ir no era una opción. Lo mejor para esa noche era prepararle algo de comer a Skyy para que ella recobre sus fuerzas e intentar dormir.

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