94. You could devastate me

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Reign F. Summers

No podía terminar de decidir si los malditos puristas estaban más organizados que nunca, o si ellos estaban desorganizados. Reign maldijo sentado en su automóvil. Hacía más de una hora y media que tendría que haber estado en el apartamento de Todd para cenar, pero su patrullaje con Skylar se extendió más de lo usual debido a un enfrentamiento con un grupo de cinco puristas. Como si los golpes no eran cosa suficientemente mala, Reign había notado lo distraído que estaba su mejor amigo y compañero. Ni siquiera lograron atrapar a uno de esos desgraciados. Antes de que ellos pudieran hacer nada, una densa niebla apareció para que pudieran escapar. Reign estacionó delante del edificio de Todd y apagó el motor antes de bajar. Su compañero era pura luz, no podía llegar con ese ánimo a verlo. Llegar casi dos horas tardes y de mal humor le parecía una terrible falta de respeto. Reign se encendió un cigarro y se permitió perderse por unos minutos en aquella actividad. Necesitaba reunirse con el equipo para re arreglar algunas cuestiones. También debía reunirse a solas con Skylar. Algo estaba pasando allí que debían ajustar.

Reign apagó el cigarro y se observó en el vidrio de la entrada del edificio. Tenía un corte en la ceja derecha, y el ojo se le estaba poniendo negro en ese mismo lado. Claro que Todd lo había visto en situaciones mucho peores, pero aún así no tendría que haber dejado que le gane la desesperación por llegar a su encuentro. Ya que no quiso cancelar, debió al menos aceptar la pasada por la enfermería para hacerse ver. Menudo desastre estaba hecho. Reign tocó el timbre y aguardó por Todd mientras intentaba peinar un poco su cabello. Era un milagro que tuviera siempre una muda limpia en Omega para situaciones como esta. Aunque su cara era una obra abstracta al menos tenía una camiseta blanca limpia, sin manchas de sangre.- ¿La cena sigue en pie?- preguntó con una sonrisa avergonzada en cuanto Todd le abrió la puerta. Hasta pudo sentir como parte de su malhumor se evaporaba solo con verlo.

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Todd Lewis

— Hola mi reina, ¿cómo estás? Me encantó tu propuesta, ¿por la tarde estaría bien? Paso a ayudarte con eso y llevo algo rico, me cuentas bien qué sucede con esa personita misteriosa. — le envío el audio a Akilah y dejó el móvil sobre el mármol. Tenía los codos apoyados sobre la encimera y uno de los pies inquietos tamborileando sobre las cerámicas del suelo. Mirar el reloj ya era un sinsentido, Reign estaba llegando asquerosamente tarde y no sabía si tenía que preocuparse o entender que esos retrasos, y más últimamente, eran parte del oficio.

El timbre sonó y antes de bajar, Todd metió la comida en el horno para darle un poco de temperatura. Tomó las llaves y salió del departamento camino al ascensor. Marcó la planta baja y se apoyó en una de las paredes espejadas. La noche estaba hermosa, pero no había estado entre sus opciones salir a ningún lado. La isla era muy pequeña como para encontrar algún lugar donde no los reconocieran, y aunque la charla no se había dado de manera explayada, ambos sabían que Reign no estaba listo para salir en público con él. Eso era una mierda. Últimamente se sentía un poco encerrado pero, ¿cómo explicárselo y no sonar como un insensible?

La silueta de Reign apareció detrás de la puerta de entrada y Lewis no pudo más que sonreír. — Claro que sí pero... joder, ¿qué te... — Dio un paso hacia adelante para observar de cerca aquel golpe en la ceja, y sólo entonces notó que uno de sus ojos se estaba oscureciendo. — Mierda, Reign. Anda, subamos. — Todd guió a su acompañante hacia el ascensor como si no supiera de memoria el camino ya. — ¿Noche difícil? No sabía si llamarte o qué, acabo de meter la comida en el horno pero ¿tienes algo de hambre?

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Reign F. Summers

Agradecía poder contar con su padre y abuelo en esos momentos. Todavía no estaba listo para liderar la Patrulla Omega sin la guía de ellos, y aunque eso le pateara el orgullo, era imposible ignorar el elefante en la habitación. Reign era un hombre capaz, criado para ese rol, pero una guerra se avecinaba y toda ayuda sería bien recibida. Sus pensamientos se interrumpieron ante la llegada de Todd y todo su rostro sonrió a pesar de lo doloroso que eso resultaba. La preocupación de Todd siempre le resultaba agridulce, por un lado lo hacía sentir bien, pero por el otro, no se sentía merecedor de eso. 

En cuanto las puertas del ascensor se cerraron Reign se dejó ir contra Todd para besarlo. No podía siquiera poner en palabras lo mucho que llevaba esperando ese beso.- Sé que no tiene sentido decírtelo, pero no te preocupes, esto es normal..- dijo con la tranquila resignación de alguien que ya estaba acostumbrado a ese tipo de vida.- además, hace falta mucho más que un ojo negro y un corte para que me pierda tu comida..- Reign sonrió antes de dejar un beso más contra los labios ajenos. 

Las puertas del ascensor volvieron a abrirse y ellos no demoraron en meterse en el apartamento de Todd. El aroma de la comida lo recibió como una caricia y su estómago rugió cómo respuesta. Reign se quitó el calzado y siguió a Todd hacía la cocina para lavarse las manos.- ¿Quieres que ponga la mesa?- preguntó aunque lo que más deseaba era poder tumbarse a descansar. Todd también trabajaba y tuvo tiempo de preparar la cena para los dos, lo menos que podía hacer era ocuparse de la mesa y lavar los platos. 

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Todd Lewis

Incluso después de besarlo, incluso habiendo escuchado el tono tranquilizador de su voz, Todd no podía pasar por alto sus heridas como si de nada se tratara. Sin embargo hizo silencio, era tarde y no había motivo para exponer sus preocupaciones en voz alta. ¿Qué iba a modificarse? Le agradeció el intento de amenizar la charla, porque de hecho funcionó. En el ascensor se pegó a su cuerpo, sin llegar a abrazarlo. Quería sentirlo cerca.

— Emh, claro. Primero deberíamos curarte eso, ¿no crees? — preguntó una vez dentro del departamento mientras sacaba la bandeja del horno y unas papas y batatas perfectamente cortadas en cuadrados aparecían debajo de los condimentos. Todd se retiró un momento al baño para traer un botiquín pequeño pero con todo lo necesario. — Siéntese, yo seré su enfermero el día de hoy, de nuevo. — sonrió, acomodándose en el espacio entre sus rodillas. Era necesario desinfectarle esa herida cuánto antes o podía ponerse peor. — Tú tienes suerte de ser tan apuesto, eh. Que ni con una herida y un ojo moretoneado es imposible quitarte los ojos de encima. — Para él esos comentarios eran normales, mucho más ahora que tenían... lo que fuera que tenían.

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Reign F. Summers

Maldición, no merecía a ese hombre. Todd no permitió que Reign se ocupara de poner la mesa, sino que lo sentó para ocuparse de sus heridas. La mano de Reign alcanzó la mejilla ajena para acariciar a su pareja. La risa estalló en su pecho al escuchar a Todd hablar sobre su belleza.- Es que tienes un pésimo gusto, Lewis..- dijo Reign con un encogimiento de hombros. Sabía que Todd iba a burlarse de su modestia, y era un juego que disfrutaba en silencio. Reign no tenía la confianza para decir que salían, pero podía decir que pasaban tiempo juntos. Y eso le gustaba. Lo mismo que ver algunas cosas suyas en el apartamento de Todd y viceversa. Sabía que era una tontería, pero incluso el detalle de tener su propio cepillo de dientes en la casa del otro lo emocionaba. 

El desinfectante de Todd tenía alcohol y el corte de Reign ardió, haciendo que se removiera en su lugar.- Auch, auch..- gimió Reign, sus dedos apretaron con más fuerza el sillón, obligándose a quedarse en su sitio.- ¿El servicio de enfermería incluye un beso a los buenos pacientes?- preguntó y pudo sentir cómo el rubor picaba en sus mejillas. Era un cursi, pero Todd hacía que redefiniera ser cursi. 

- Si estás satisfecho, creo que ya es hora de cenar..- Reign tomó la mano de Todd y dejó un beso en sus nudillos. Si pareja ya se había tomado la molestia de hacer la cena y calentarla para ellos. No sería justo que tuviera que volver a hacerlo. 

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