61. Enfermero a domicilio

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Todd Lewis

Todd tenía una opinión distinta acerca de la merienda, tal vez incluso debía bromear sobre eso. ¿Se le notaría demasiado la cara de idiota que ponía cuando era Reign el que dominaba la situación con sus palabras o aún tenía la capacidad de disimular, aunque fuera un poco? Se dejó desvestir, disfrutando de ese descaro ajeno que todavía le sorprendía un poco, al igual que el sonrojo en ese par de mejillas. Sonrió sobre aquellos labios que se movían entre los tuyos, sentándose lentamente a la par de su compañero. — Uff, ¿tengo que seguir cuidándote? Qué pesadilla. — bromeó, apartándose un poco para rodar los ojos y posteriormente morderse el labio inferior. Se puso de pie sin separarse demasiado de su cuerpo, viéndolo tomar las prendas de ropa para luego dirigirse al cuarto. Lo siguió totalmente cómodo con su desnudez parcial, porque si había algo que no le avergonzaba era su cuerpo, y una vez que se adentraron en la habitación, encerró suavemente a Reign contra la puerta.

A pesar de que el moreno era más alto, no se sentía más pequeño. Todd colocó un brazo a cada lado de su torso y apegó su cuerpo al ajeno a la altura de sus caderas, queriendo sentir esa erección debajo de los pantalones. Sonrió entre dientes, dejando en su mandíbula pequeños besos húmedos. Le tomó las manos para llevarlo a la cama y asi darle mayor comodidad. Se sentó sobre él con cuidado, usando el hueco de su mano entre el pulgar y el dedo índice para sujetarle la mandíbula en un acto firme. — Sigues adolorido. — No era una pregunta, sabía que así era. Todd se moría de ganas de que aquello dejara de ser un toqueteo entre adolescentes, pero la necesidad de cuidarlo era mayor. Por más que su pene fuera un caprichoso de mierda y estuviera apuntando a Reign como acusándolo de estar en ese estado. Y así era.

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Reign F. Summers

Atrapado. Todd lo leía con una facilidad que a veces lo abrumaba. Cuando para el resto del mundo Reign parecía un hombre serio y de presencia, Todd era capaz de notar la tensión que le crepitaba bajo la piel. Como en ese momento que encontró el punto de su tensión en la mandíbula. A pesar de lo placentero del franeleo, lo cierto era que su cuerpo estaba haciendo un esfuerzo para seguirle el ritmo a Todd. Incluso si él no le pedía algo así.- ¿Necesitamos una palabra de seguridad?- bromeó con una sonrisa de medio lado, la tensión todavía resistía en su mandíbula, pero Reign se sentía capaz de soportar cualquier cosa por estar en ese momento con Todd. Era un romántico ridículo en la privacidad de su mente.- Prometo que si se vuelve demasiado, te lo diré..- agregó, queriendo tranquilizar a Todd y que no perdieran la atmósfera que crearon minutos atrás.

La pila de almohadas que Todd lo hacía usar cuando estaba en la cama holgazaneando soportaba el peso de Reign y era una sensación agradable al sumarle que su pareja estaba sentado a horcajadas sobre sus caderas. Reign se mordió el labio inferior, se sabía ruborizado y odiaba esa pequeña parte de él que se reconocía en desventaja con respecto a Todd. Claro que el sexo anal no le era desconocido, pero el sexo con hombres sí. Una de sus manos buscó la de Todd que no le acariciaba la mandíbula y la llevó al filo de su pantalón. Quería que supiera que estaba listo para lo que les esperaba el resto de la tarde. Deseaba poder moverse a su gusto sobre Todd, explorar cada centímetro de él, pero su cuerpo aún se resistía debido a las vendas y heridas. Sus heridas estaban sanando bien gracias al dedicado cuidado de Lewis y no le parecía justo tirar todo eso por la borda por una calentura. Incluso si Todd no era cualquier calentura par él. Jodido Dios, jamás le diría algo así a Todd, ya podía escuchar la carcajada que soltaría el desgraciado.

Reign se arqueó apenas contra las almohadas, su pene tironeaba bajo sus pantalones por culpa de las caricias superficiales de Todd. Deseaba más. Necesitaba más.- Por favor..- murmuró con los ojos cerrados y el entrecejo apenas fruncido, el rostro le ardía y no podía sentirse mejor. Era como si el placer hubiera elevado su mente a un plano donde él podía disfrutar a pesar de lo maltrecho de su cuerpo.

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Todd Lewis

Cada movimiento que llevaba a cabo requería un control extremo de su parte. Todd estaba acostumbrado a follar con rudeza, para quitarse las ganas y ya, por lo tanto había algo de la lentitud y los cuidados le resultaba desconocido por un lado pero extrañamente natural. Quería cuidarlo, pretendía que ningún dolor o molestia le afectara, pero también quería ponerlo boca abajo en la cama, apretarle la nuca con una mano, y penetrarlo de una vez. Su mente era una traidora.

— ¿Ya quieres probar con el sado? Al final eras un chico malo y recién ahora me entero. — bromeó, intentando aliviar su propia preocupación. Sabía incluso que la expresión de su rostro era incapaz de disimular su ansiedad, los ojos de Todd estaban inquietos y su propio cuerpo pedía por la erección ajena. Aún así, su entrecejo fruncido necesitaba su aprobación. — Me parece bien, pero al más mínimo dolor... ¿de acuerdo? — Pidió, y sin gastar más tiempo se inclinó sobre los labios delgados de Reign, mientras su mano libre lo obedecía y comenzaba a desabotonar el pantalón que tenía debajo de su cuerpo. Dejó que sus dedos se inmiscuyeran bajo la prenda y encontraran rápidamente el miembro endurecido. Se echó hacia atrás para verle el rostro al moreno mientras comenzaba a tocarlo, con un acceso parcial. Todo ese hombre era peligroso, acababa de excitarlo leyéndole un maldito poema. ¿Qué se suponía que hiciera con esa realidad?

Todd se tomó un momento para recorrerlo con los dedos hasta que fue capaz de tomar su virilidad entre sus dedos con seguridad y sólo entonces comenzó a masturbarlo a un ritmo consistente. Agradecía que la iluminación del cuarto fuera suficiente para verle los rasgos faciales. Con cuidado se puso de pie y, sin quitarle los ojos de encima, se arrodilló al borde de la cama. Atrajo lentamente la cadera de Reign hacia él y, con las manos sobre sus muslos, introdujo la erección en su boca. Con una mano en la base de su pene, el castaño ascendió y descendió, apretándolo lentamente con los labios con los ojos cerrados. Podía estar la noche entera haciendo sólo eso, practicándole sexo oral hasta que acabara y, cuando estuviera listo, comenzar de nuevo.

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La boca de Todd le hizo olvidar su propio cuerpo y el dolor que sentía. Desde que su pareja lo besara, solo existía esa boca impertinente que no le daba tregua y que amenazaba con quemarlo vivo. Nadie jamás lo besó como Todd lo hacía. Las manos de su pareja lo recorrieron llevando oleadas de escalofríos por su cuerpo hasta que alcanzaron su pene, entonces todo fue electricidad. Reign mordió el labio inferior de Todd como toda respuesta, aferrándose al cuerpo ajeno en un intento de resistir el placer que se le entregaba. El que Todd se alejara lo confundió por un segundo, casi temeroso de que todo fuera a terminar en ese momento. Pero no. Su pareja se arrodilló delante de él y lo atrajo hacia sí con cuidado para poder llevarse su pene a la boca. La necesidad de Reign se intensificó, ni siquiera podía embestir con sus caderas, tan embrujada como estaba.

- M-mas..- pidió Reign, su cabeza echada hacia atrás, clavada en las almohadas que lo sostenían, sus caderas tensas debido al placer que sentía. De nuevo, nadie le practicó sexo oral como Todd. Se sentía un mocoso cada vez que tenía un poco de intimidad con ese hombre. Incluso, en su fuero más interno, podía decir que tenía un poco de miedo de no dar la talla de lo que su pareja esperaba en el sexo. Quería satisfacerlo tanto como él se sentía, que Todd temblara de la forma en que él lo hacía cada vez que lo tenía.

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Todd Lewis

Se deleitó con el sabor de Reign, tomándose todo el tiempo necesario para estimularlo. Cada suspiro que salía de su boca le traducía lo necesario: qué hacer, cómo hacerlo, donde tocarlo y dónde lamerlo. Se tomó un momento para recorrerle la erección con toda la anchura de su lengua, empezando por la base antes de terminar en el glande y sólo entonces rodearlo con los labios. Por momentos hacía presión con los mismos y, cuando se alejaba un poco, disfrutaba la vista de su boca quedando conectada a Reign por pequeños hilos de su saliva.

Tener a ese hombre en aquel estado destruía el poco control que tenía sobre sí mismo. Se apartó con cuidado ante su pedido. Se deshizo de las prendas que le quedaban y ayudó a Reign a adentrarse más en la cama para que las piernas no quedaran colgando por fuera. — Tendremos que ser un poco pacientes... — susurró sobre la boca del moreno, recostado apenas sobre él para no causarle ningún peso. Lo cierto era que Todd no tenía ningún lubricante encima y no solía ser penetrado en todas sus relaciones sexuales. Volvió a sentarse sobre su cadera, distrayéndose de lo que le competía ante la fricción de sus testículos y sus erecciones enfrentadas y desnudas. Se mordió el labio inferior desde aquella posición, para luego tomar la mano de Reign y lamerle dos de sus dedos. Sólo entonces se incorporó a medias, trepándose sobre el cuerpo ajeno para acercarle su propia cadera. Necesitaba que lo estimulara antes de ser penetrado.

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Reign F. Summers

Maldita sea. Fue casi un milagro que no acabara en cuanto Todd comenzó a lamerle los dedos. Desde que estaban juntos, si es que podía decirlo de esa manera, ningún otro hombre había logrado llamar ya la atención de Reign. Todo estaba eclipsado por el hombre trepado sobre él que se ofrecía para ser estimulado. Iba a follarse a un hombre por primera vez en su vida. O mejor aún, iba a follar con Todd. Reign sonrió, su boca buscó la de su pareja para besarlo mientras sus dedos, lo acariciaban despacio, estimulando su ano de forma tímida. El sexo anal, aunque no era su práctica favorita, no le era desconocido. Tenía la experiencia suficiente como para ser cuidadoso con el cuerpo de Todd y que aquello fuera placentero para ambos.- Todd, por favor, si sigues tocándome así..- pidió en un tono lastimero, temía acabar antes siquiera de poder penetrar a su pareja. La fricción entre ambos penes amenazaba con enloquecerlo.

Reign estimuló a Todd hasta que su compañero dilató lo suficiente para recibirlo. En ese momento, no podía pensar en nadie más que en él. No importaban las expectativas de su familia, ni los miedos que lo atormentaban. Ellos dos iban a follar por primera vez y lo único que le importaba era dar la talla con su pareja a pesar de lo maltratado que estaba su cuerpo.- Soy todo tuyo, Lewis..- dijo con una sonrisa de medio lado, una de sus manos apoyada en los muslos de Todd, invitándolo a sentarse sobre él. Quería que su pareja decidiera el ritmo de aquello. Todo lo demandante que era a la hora de liderar a la Patrulla Omega, lo tenía de generoso en la cama. O al menos eso pensó hasta que Todd tomó su pene y comenzó a bajar despacio sobre él, haciéndolo desearlo hasta lo ilegal. Ese hombre era su completa perdición.

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