50. Aren't you forgetting something?

Aren't you forgetting something?

Kendall Deveaux

Sabía que tenía que escuchar a Kendrick, pero era más fuerte que ella. Kendall había aprovechado que su mellizo seguía algo afiebrado para tomar prestado su auto y manejar hasta las afueras de la Isla, donde Keller Moulebour tenía una cabaña. Ese hombre tenía que haber devuelto un libro de la biblioteca hacía casi una semana y no atendía sus llamadas y Kendall, obsesiva de su trabajo y preocupada, había sentido la necesidad de acercarse a ver si algo había ocurrido o si tan sólo se trataba de un olvido.

La rubia trabajaba en la biblioteca de Maud hacía ya un par de años. No había sido su primera opción pero debía admitir que era muy feliz al encontrarse rodeada de libros todos los días. Originariamente, ella había comenzado a estudiar la carrera de programadora para luego darse cuenta que era terrible en eso. A ese primer intento fallido le siguieron dos más, abogacía y luego letras. La primera era aburrida y la segunda la apasionaba, pero por una razón u otra terminó abandonando.

Ya deseaba Kendall ser como su gemelo y saber qué quería de su vida desde su infancia, en cambio ella se parecía más a su abuela Andrómeda y parecía haber heredado su cabello rubio y su indecisión. - ¿Hola? ¿Hay alguien en casa? - preguntó en voz alta. Ella volvió a golpear con sus nudillos la puerta de la cabaña, había viajado casi cuarenta y cinco minutos y esperaba que no fuera en vano.

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Keller J. Moulebour

Tenía que decirlo, era un genio. Comprar esa cabaña lejos del centro de Maud fue, por lejos, su mejor idea. Keller vivía solo en su cabaña, con su gata, sus cinco perros, gallinas y su huerta. La vida era buena. Su trabajo como desarrollador web le permitía vivir allí, alejado y cómodo. Keller salió de la ducha, una toalla anudada en su cintura y otra alrededor de sus hombros mientras el cabello aún le goteaba.- Bien tropa, vamos a comer..- le digo a sus perros, acomodando sus platos en el piso de su porche trasero techado, pronto caería una tormenta. 

Un ruido alertó a War que comenzó a ladrar, su Weimaraner de siete años dejó su plato de comida y fue hacia la puerta. Él no estaba esperando visitas, o no que lo recordara. Quizás alguno de sus hermanos mayores se habían invitado. Keller abrió la puerta aún semi desnudo encontrandose a ¿la bibliotecaria?- ¿Hola? Vaya, esto es extraño..- le dijo con una sonrisa de medio lado, olvidandose que solo llevaba una toalla a la cintura. La mirada verde acaramelada de Keller se fijó en la mujer.- Olvidé de devolver un libro, ¿Verdad?- aventuró, poniendo una mano en la cabeza de War que observaba a la mujer con el mismo desconcierto que él. 

- Pasa por favor..- la invitó, haciéndole un gesto con la mano, dejándola a solas en la sala de estar para volver a su habitación a vestirse, dejando ambas toallas en su sitio. Moon maullo, observando con mal gesto a su visita antes de perderse de nuevo hacía la cocina. La música de The Rolling Stones en volumen bajo llenando la espera de Kendall. 

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Unos momentos después, la puerta se abrió y allí estaba Keller con una toalla anudada a la cintura y otra cubriendo sus hombros. Kendall no pudo evitar sonrojarse, aunque Kendrick quisiera pensar lo contrario no era el primer hombre que veía desnudo, aún así no esperaba ver tanto de él o encontrarse pensando en que debajo de los sweaters con los que solía verlo en la biblioteca, Keller tenía un abdomen marcado y los músculos de los brazos bien delineados. - Siento haber venido sin avisar.. - le dijo, subiendo su vista de sus abdominales a su rostro. La rubia asintió con la cabeza cuando él le preguntó si había olvidado devolver un libro, con una pequeña sonrisa en sus labios.

Kendall le agradeció antes de entrar y se quedó inspeccionando la sala una vez que Keller se dio cuenta de su desnudez y la dejó sola para ir a vestirse a su habitación, sus ojos azules se posaron primero en la biblioteca que él tenía, inclinando un poco su cabeza para leer los títulos en los lomos. Eso era más fuerte que ella. - Hola hermoso, soy Kendall, ¿cómo te llamas? ¿War? - le preguntó fijándose en la chapita que colgaba de su cuello. El Weimaraner se había quedado allí con ella y se acercó, moviendo la cola y lamiendo su mano, buscando caricias.

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Keller J. Moulebour

Moon era su chica celosa y no era raro que pasara de Kendall solo por atreverse a estar allí con Keller. Pero tampoco fue raro que a War se unieran Hermes, Set, Tuck y Canvas. Sus cinco perros estaban alrededor de Kendall, olisqueandola y moviendo la cola para ella por caricias. Keller salió de su habitación unos minutos después con un suéter y un pantalón deportivo puesto. Ahora sí podía recibir visitas.

- ¿Esto es algún procedimiento comando de bibliotecaria?- preguntó Keller con una sonrisa de medio lado.- El libro está allí, iba a devolverlo hace diez días pero salí apurado y se me olvidó..- se disculpó, palmeando su muslo para que sus perros fueran hacía él y dejarán en paz a Kendall. 

Keller fue a la cocina de su casa con War tras sus pasos. El resto de sus chicos se quedó en la sala, tumbados en la enorme cama que compartían allí.- ¿Café o té?- ya que ella estaba allí use tomó la molestia de ir hasta su casa por el libro lo mínimo que podía hacer era invitarla una taza de algo caliente. Las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer mientras Keller de ocupaba de las bebidas. 

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Kendall Deveaux

Cuatro perros más se le unieron a War, olisqueandola y chocando entre ellos mientras buscaban sus caricias de manera efusiva. También había una gata por la habitación que había soltado un maullido largo antes de subirse para mirar a la intrusa desde lo alto de su castillo. La rubia se sentó en el suelo para poder acariciarlos y jugar con ellos mientras esperaba a Keller. Ella, al igual que sus hermanos y primos, se había criado rodeada de animales. Sus padres habían adoptado un labrador y sus tíos siempre habían tenido mil perros y gatos, incluso se referían a ellos como su manada y los trataban como si fuesen sus hijos. De ahí su amor por esos animales.

Kendall alzó la vista al escuchar la voz de Keller que había vuelto a la sala, levantándose del suelo mientras los perros corrían hacía su dueño. - Lo siento, me preocupé un poco cuando no atendías las llamadas y vi que pasaban los días.. - contestó, acomodándose un mechón de pelo detrás de la oreja. No sabía bien qué decirle porque, a pesar de que ella sí se preocupaba tanto por sus libros como por las personas que pasaban por la biblioteca, nadie más hacía eso de aparecerse en la casa de alguien que no había devuelto un libro.

- Un té suena bien..- le respondió alzando la voz para que la escuchara desde la cocina. - ¿Necesitas ayuda? - agregó, quedándose en su lugar. La respuesta de Keller le llegó desde la cocina diciendole que estaba bien y que volvería en un momento, que ella se pusiera cómoda. Kendall se sentó en una de las sillas que había en la sala y tomó de su bolso su móvil para responder el mensaje que tenía de su hermano mellizo. Kendrick le reclamaba que se había ido sola y ella le respondió que estaba haciendo compras, que no se preocupara y que volviera a dormir. Sabía que su fiebre era normal y que se resolvería con un poco de reposo e hidratándose.

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Keller J. Moulebour

Las llamadas, claro. Las últimas dos semanas Keller se las pasó corriendo con fechas límite ridículas para su último proyecto.- Lo siento, estuve muy ocupado con el trabajo y juré que iba a responder las llamadas y.. lo olvidé..- Keller le sonrió a Kendall luego de dejarle su taza de té negro delante. Cómo siempre, él prefirió un café, en su taza en forma del casco de Darth Vader.- ¿Tengo que pagar una penalidad o algo así?- preguntó, rogando haber pasado por el cajero durante su última visita a la ciudad, tres días atrás. 

Tuck, su golden retriever dorado, gimió antes de ir a tumbarse junto a la silla de Keller. El primer rayo no demoró en hacerse escuchar. De todos sus perros el único que le temia a las tormentas era él.- Está bien, Tuck, no tienes que preocuparte..- le dijo dejando que él enorme perro recostara su hocico en el regazo de Keller. 

- Puedo traerte leche si quieres..- le ofreció con amabilidad. Las tazas estaban acompañadas por algunas tostadas y dips untables. Para lo distraído que era, eso estaba bastante bien presentado.

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Kendall Deveaux

Por sus mensajes, su mellizo parecía ya estar recuperado aunque Kendall pensaba insistirle en que se tomara el día siguiente libre del trabajo también. Sólo porque siempre podía preocuparse un poco más por él. Keller volvió a la sala con dos tazas, una más sobria y negra para ella y otra para él, de casco de Darth Vader. Le sonrió cuando apoyó su taza de té negro frente a ella, escuchandolo disculparse. - No te preocupes por eso.. - le dijo, tomando su cuchara y revolviendo su taza de té de forma distraída. - ¿De qué trabajas? - le preguntó, adivinaba que tenía que ser un buen empleo para poder costear y mantener esa cabaña y a sus perros.

Kendall negó con la cabeza, había una pequeña penalidad pero ella era quien llevaba los registros y podía dejarlo pasar. Ella abrió la boca para decirle que se despreocupara por el asunto del libro cuando un rayo se hizo escuchar y la rubia se sobresaltó, agradeciendo que no tenía la taza de té en sus manos. Se llevó una mano al pecho y su mirada se quedó puesta en el golden retriever dorado y como el mismo apoyaba el hocico en el regazo de Keller. No quería admitirlo en voz alta frente a un extraño, pero ella también le temía a las tormentas. Siempre lo había hecho, recordaba haberse pasado a la cama de Kendrick o de sus padres un millón de veces siendo una niña pequeña. En la actualidad y cuando había tormentas fuertes, le costaba conciliar el sueño y le servía ponerse auriculares o algo que acallara el sonido de los rayos.

- No, estoy bien.. - respondió, buscando distraerse poniéndole un poco más de azúcar a su té y untando una de las tostadas con el queso. - ¿Dónde dijiste que trabajabas? - volvió a preguntar como si hubiera recibido una respuesta la primera vez. Quizás esa noche podía dormir en el sillón de su mellizo bajo la excusa de que de todas formas tenía que pasar por su apartamento para devolverle su automóvil.

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Keller J. Moulebour

El rayo que cayó fue la antesala de una lluvia pesada que no dejaba ver mucho más hacia adelante. Keller se disculpó con Kendall un momento para salir a su jardín trasero y revisar que el corral de las gallinas estuviera bien cerrado y asegurado. Le preocupaba que esa tormenta fuera a arruinar su huerta pero más todavía le preocupaba el automóvil de Kendall.- Puedo mover la motocicleta y hacer sitio para tu automóvil..- le ofreció, olvidando su taza de café. 

Inquieto cómo era, Keller no esperó respuesta. Él se dirigió directo a la cochera de su cabaña y movió su motocicleta lo más al fondo que pudo. Ambos autos y la motocicleta tenían que caber justos allí.- Puedo ocuparme de esto, tu quédate aquí..- la veía demasiado nerviosa para ocuparse del automóvil.- War, estás a cargo..- le dijo a uno de sus perros y este no dudó en poner su hocico sobre el regazo de Kendall para consolarla mientras Keller se ocupaba del resto. 

Al regresar, él de nuevo goteaba agua, aunque ahora estaba vestido. Un suave humo comenzó a levantarse de su cuerpo a medida que Keller usó sus poderes para secarse a si mismo.- Sobre mi trabajo, soy desarrollador web independiente y trabajo desde casa..- dijo, retomando la conversación y su taza de café que comenzaba a enfriarse. Kendall todavía lucía algo nerviosa.- ¿Es la tormenta o hice algo..?- quiso saber, observándola con más detalle. Esa era la primera vez que se fijaba en ella más allá de consultarle por alguna tontería en la biblioteca. 

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Era una suerte que Keller mantuviera la calma y se adelantara dos casilleros para saber que hacer con el auto de su hermano, porque Kendall no podía concentrarse en otra cosa que en la tormenta y en intentar mantenerse a sí misma calmada y evitar así tener un ataque de pánico frente a un desconocido. - Gracias, eres muy amable.. - llegó a decirle antes de que Keller cruzara la puerta. El ruido de la tormenta llegaba con aún más claridad a sus oídos, pero War se encargó de calmarla y ella lo acarició con su mirada puesta en la ventana.

Otro rayo más impactó cerca de la casa, haciendo que Kendall se llevara ambas manos a cada lado de su rostro para cubrir sus oídos. War restregó su hocico contra ella y la rubia apretó los ojos un momento antes de decirse que tenía que respirar profundamente y buscar relajarse. Y así lo hizo. Para cuando Keller volvió a ingresar, mojado de pies a cabeza, ella estaba con War sentado en el sillón y encima de su regazo. Ella le sonrió y volvió a agradecer a aquel hombre mientras él se secaba con sus poderes, los cuales tomó con naturalidad. Al venir de largas generaciones de mutante y vivir en Maud, ella ya suponía que todos lo eran. - Eso es genial.. - le dijo, refiriéndose más a poder trabajar desde casa que a su trabajo en sí. Había aprendido algo sobre programación en su intento fallido por estudiar esa carrera y le había sido útil, pero lo encontraba muy tedioso. - No, tú no hiciste nada... Solo no me gustan las tormentas, lo siento - La rubia bajó la mirada, sintiendo sus mejillas ligeramente sonrojadas mientras acariciaba a War. -¿Te mudaste aquí hace mucho? - Quiso saber, cambiando el tema. El vivir tan alejado del ruido de la ciudad y tan conectado con la naturaleza le parecía algo hermoso a Kendall, hasta que había tormentas claro estaba.

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Keller J. Moulebour

Hacía algo de cuatro años desde que formalmente estaba asentado en Maud. Desde que era un mocoso estudiaba en el instituto como alumno pupilo, haciendo salidas para poder pasar fechas importantes con su familia, al otro lado del país. Al crecer, se le hizo lógico pensar en su vida allí. Keller se sentía bien con la vida en la isla. 

Al terminar sus estudios en el Instituto Omega y mientras aún estudiaba, comenzó a trabajar para pagar su propio lugar. Vivir lejos del centro era más barato, y al final del día, también era más cómodo.- Compré el terreno hace más de un año, pero me mudé recién hace seis meses, cuando la casa estuvo lista..- Keller en verdad trabajó duro para que esa casa fuera todo lo que él deseaba y no se equivocó. 

- No la construí, pero si hice muchas modificaciones, es una casa más sustentable que el promedio y además, necesitaba algunas actualizaciones..- le contó. Le importaba que Kendall se sintiera mejor y más tranquila a pesar de la lluvia, y hablarle de la casa podía servir para distraerla. 

La casa de Keller tenía mucho espacio verde a su alrededor, incluso si él quería expandirla un poco más a futuro aún podía mantener su gallinero, huerta y espacio para compost. En el Instituto Omega tenían un montón de esas cosas pro cuidado medioambiental, y con el tiempo él mismo adquirió los mismos hábitos. 

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Keller no tenía el mismo acento que los otros nativos de la Isla, había una pequeña variación pero no lograba sacar de dónde era. - Es una hermosa cabaña.. - le dijo, echándole una mirada más al lugar desde allí. Sus padres la habían criado con un gran respeto hacía la tierra y mucha información sobre el cuidado de la misma con lo cual, tanto ella como sus hermanos, siempre habían reciclado y procurado utilizar la menor cantidad de plástico posible. Ella no había asistido al Instituto Omega como el resto de los Deveaux pero sabía que allí también eran cuidadosos con el medioambiente y que buscaban inculcar esos buenos hábitos a sus alumnos.

- Yo también me mudé sola hace casi dos años.. - le contó, su mirada puesta en él. - Viví por un tiempo en un apartamento de dos habitaciones con otras tres chicas pero fue horrible - agregó con una pequeña sonrisa, sus compañeras eran muy diferentes a ella y salían todas las noches mientras Kendall siempre buscaba tranquilidad. Además era imposible que alguno de sus hermanos la fuera a visitar porque eso significaba tener que soportar una semana de comentarios inapropiados que la cabreaban.

- ¿Y hace cuánto que ellos están contigo? - le preguntó antes de tomar su taza de té y darle un trago. En ese momento Kendall estaba muy agradecida con Keller por tenerla así de distraída, la tormenta afuera parecía sólo volverse más ruidosa a medida que pasaban los segundos y si no fuera por ese hombre, ella posiblemente estaría debajo de la mesa con War.

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La conversación funcionaba. Aunque la tormenta no aflojaba ni un poco, Kendall parecía más interesada en la charla que en lo que sucedía afuera. Y era algo bueno. Keller sonrió, escuchándola con atención cuando ella le contó sobre sus antiguas compañeras. Más allá de su experiencia en el Instituto Omega, él nunca tuvo que vivir con otra persona y lo agradecía. No había nada que valorara más que su intimidad e independencia. Ni siquiera vivió con ninguna de sus novias anteriores.- El primero en llegar fue War, Hermes se unió menos de un año después..- dijo, haciendo memoria. Keller le contó que a Set, Canvas y Moon los adoptó juntos, y que el último en unirse fue Tuck.

- ¿Necesitas avisar a alguien que estas aquí? Puede que el rato sea largo con esta tormenta..- le ofreció, quizás ella necesitaba el teléfono o algo más y él estaba más entretenido hablándole de los perros y la casa. Un rayo cayó cerca de la casa y Keller no dudó en acercarse a Kendall al ver el gesto de terror en su rostro.- ¿Sabías que nuestros ojos ven la nariz todo el tiempo pero no nos damos cuenta porque nuestro cerebro decide ignorarla?- le dijo, pensando en el primer dato tonto que se le vino a la mente, queriendo de nuevo, distraer a Kendall de la tormenta.  

Desde niño, Keller era aficionado a los datos curiosos. No resistía a las notas en Internet sobre curiosidades o hechos interesantes. Aunque sus hermanos mayores se burlaran, él sostenía que esos datos eran tan buenos para el carrera de mentes, como para romper el hielo. O en su caso, distraer a Kendall de la tormenta. Al ver que tenía algo de su atención de nuevo, Keller sonrió y dijo- En Islandia la tradición es regalar libros en Nochebuena y pasar la noche leyéndolos y comiendo chocolate, deberías pasar una Nochebuena allí..- yaluego le contaría esa anécdota a Zarek y Vika, a ver si seguían riéndose.

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Kendall Deveaux

La charla estaba haciendo efecto, Kendall estaba poniendo lo mejor de sí para concentrarse en seguirle el hilo de cuándo había adoptado a cada uno de sus pequeños, grabándose también los nombres de cada uno de los canes. Ella le preguntó si a todos los había adoptado en el mismo refugio, no había muchos en la Isla y cuando el moreno le dijo el nombre del lugar, la rubia le contó que su prima trabajaba allí y sus tíos habían sido voluntarios también hacía años. La bibliotecaría también había ido a ayudar un par de veces, siempre muy tentada de llevarse consigo a un pequeño aunque el tiempo que pasaba en su trabajo la detenía.

Cuando iba a responderle que ya le había enviado un mensaje a su hermano, un nuevo rayo impacó cerca de la casa y la rubia volvió a sobresaltarse. Keller se le acercó y comenzó a hablarle de cómo los ojos veían la nariz todo el tiempo pero el cerebro la ignoraba y ella tomó su mano entre las suyas sin pensarlo, pidiéndole con la mirada que siguiera. El segundo dato, esta vez sobre Islandia, la ayudó mucho más a sacar su mente de la tormenta y además la hizo sonreír. - Debería ir, suena muy agradable y leí una vez que es muy amigable para extranjeros.. - agregó, soltando su mano y disculpándose por aquello con sus mejillas levemente sonrojadas. Keller podía ser el hombre más amable del mundo pero a ella no le dejaba de dar un poco de pudor ser una adulta y tenerle tanto miedo a las tormentas.

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Kendall parecía estar tranquila otra vez a pesar de la tormenta y eso le gustó a Keller que la observaba desde la poca distancia que los separaba. Jamás pensaría que una mujer así de guapa podía tener una ocupación como bibliotecaria. La imaginaba más en una pasarela o delante de una cámara.- ¿Desde cuando le tienes miedo a las tormentas?- quiso saber, curioso al respecto. Esperaba no estar siendo demasiado entrometido. La razón de Kendall podía ser algo más pequeño, como algo traumático pensó después.- Si es muy difícil para ti, no tienes que contestarme, lo siento..- agregó esperando no haberla ofendido. Algunas veces le gustaría tener el tacto de su tía Rhea en lugar del tacto de rinoceronte de su padre.

- Si te hace sentir mejor, las palomas me generan mucha inquietud, no sé si es miedo propiamente dicho, pero cada vez que veo una..- Keller se encogió un poco, dejando su idea en el aire aunque el punto era claro. Ni siquiera entendía como es que las desgraciadas habían proliferado de esa forma, no tenían ninguna utilidad y si eso no era suficiente, eran centros de enfermedades voladoras. Keller sonrió de medio lado, quizá si compartía su propio miedo irracional Kendall se sintiera un poco mejor al respecto del suyo.- Lamento que tuvieras que venir hasta aquí solo por mi descuido y que encima quedaras atascada por la tormenta..- dijo unos minutos más tarde, al reparar el mal rato que Kendall estaba pasando por su culpa.

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