72. Side effects

Llevaban un par de días tomándose turnos con Anakin, a veces coincidiendo, en las guardias que hacían para vigilar a Videl. Era un poco incómodo, a nadie en su sano juicio le gustaba tener que andar persiguiendo a alguien, como si estuviese acechando cuando en realidad trataban de hacer exactamente lo opuesto. Hari había estado atento a cada movimiento, no sólo de ella, sino de cualquier otra persona que resultara sospechosa, probablemente con intenciones contrarias a las suyas. En ese momento, tenía una pequeña presentación en un bar local, ya que la chica era bailarina. Le avisó a Anakin vía móvil que todo seguía en orden, que podía dormir tranquilo, él estaba descansado y podía hacerse cargo por el resto de la noche. No había pasado por alto la forma en que su compañero la miraba, le parecía extraño, pero no había hecho comentarios al respecto porque mientras no interfiriera con su trabajo, no  era asunto suyo ni de cerca.

Se acomodó en una mesa, cerca del escenario, pero más bien a la derecha, para no estar directamente a la vista de su protegida. Se pidió una cerveza, para pasar desapercibido y porque, ¿por qué no?. Disimuladamente prestaba atención a cada persona que entraba y se acomodaba para ver el espectáculo, que estaría por empezar; para diagramar la posición exacta de cada uno, así como también la salida más cercana. Aunque aparentaba estar relajado, en realidad estaba alerta, y con su arma cargada en la parte trasera de su pantalón, en caso de emergencia.

Hari tragó en seco. Se había descuidado un segundo y eso había bastado para que sus intensas miradas se cruzaran. Genial. Mierda, estaba quedando como un jodido pervertido. Se terminó su bebida de unos cuantos sorbos, en lo que la segunda pieza comenzaba. Por todo lo que duró la canción, él paseó su vista desde el escenario, ellos bailando, hacia la gente del bar, una y otra vez.
Cuando la canción acabó, el público hizo lo suyo: comenzó a aplaudir, algunos a vitorear innecesariamente. Se mantuvo sentado, ese preciso momento podría tratarse de uno vulnerable: la gente comenzaba a dirigirse a los baños, a la barra, a moverse, haciendo su trabajo un poco más complicado. Hari planeaba esperar a que fueran detrás de escena, salir por en frente y dar la vuelta, para poder vigilar la puerta trasera del lugar en caso de que ella estuviese lista para volver a su hogar. Pero sus planes se vieron interrumpidos.

Estaba justo por prenderse un puro, cuando dos personas, por lo menos sospechosas en apariencia, se encaminaron también tras bastidores. Dejó propina sobre la mesa que había ocupado, antes de seguir al par. No se ponía contento de que la siguiesen, pero la verdad que un poco de acción no le venía nada mal.
Cuando llegó detrás de escena, comprobó que el par había arrinconado a la pareja de bailarines en la puerta del camarín - ¡Hey! - gritó, para llamar su atención, con su arma ya apuntando a uno de ellos.
Solamente esperaba que la mujer no reaccionara tan mal, tan rápido.

Uno de los hombres le encaró directamente e hizo que Hari sonriera de lado. Siempre respetaba un par de huevos fuertes; el tipo se le enfrentaba sin tener idea alguna de cuál era su poder, y completamente ajeno a que el mutante más poderoso en aquella situación distaba mucho de ser él. Forcejearon por un momento y un disparo salió de su arma casi sin querer, que impactó en el acompañante de Videl. No tenía tiempo para lamentarse, vio de reojo que  ella estaba ilesa y era todo lo que le importaba.
Hari empujó al atacante con fuerza contra la pared, inmovilizándolo antes de acercar varios golpes a puño cerrado en su estómago. El frunció el ceño, le molestaban por sobre manera los exagerados alaridos del tipo tirado en el piso. Le había dado en la pierna, nada de lo que no se pudiese recuperar fácilmente, en unas semanas.
Todo el alboroto alertaría a las personas del lugar, necesitaba resolver el asunto rápido y llevarse a la mujer de allí.
Su mente estaba acostumbrada a ese tipo de situaciones, de trabajar bajo presión, bajo peligro de morir en algún momento. Dios, estaba por tener que protagonizar uno de esos momentos de película romántica cliché, solamente esperaba que no se resistiera a huir.

Hari encaró enseguida al segundo atacante. No podía correr el riesgo de dejarlo consciente y darle la posibilidad de que los siga. Éste le golpeó primero, en el rostro, sin lugar mucho más que hacerlo trastabillar apenas un poco. Hari recuperó su equilibrio enseguida, tomó al atacante y lo inmovilizó con una llave; él no era ningún amateur, se había entrenado durante años en el combate cuerpo a cuerpo. Se encargó de dejarlo sin aire, algo golpeado, pero nada serio; solo porque no tenía ganas de soportar un sermón por parte de su compañero de misión, en cuanto a sus métodos.
Cuando terminó, volteó a mirar a Videl, con su botella cortada lista para defenderse de nuevo. No pudo más que sonreír de lado un poco; le enternecía la imagen - Mi nombre es Hari Lewis, sé que va a sonar a pura mierda, pero por favor necesito que vengas conmigo - esa, era la parte más difícil de la misión. La gente no tardaría en llegar y el preferiría no tener que estar allí entonces.

Tal y como predijo, la parte más difícil sería poder convencer a la mujer de que debían salir de allí. Hari no era ni de cerca una persona muy convincente por naturaleza, definitivamente no tenía paciencia y su carisma...bueno, le servía en otras ocasiones, pero no en aquella. No pudo evitar rodar los ojos, el tipo, cuya vida no corría peligro dicho sea de paso, estaba exagerando; y él no tenía tiempo ni paciencia para andar con aquellas cosas. Hari estaba a punto de buscar las palabras justas para explicarle que no tardarían en encontrarle, llevarlo en ambulancia y darle toda la atención que fuese necesario; pero para su suerte, fue salvado por la campana.

Su compañero y el gemelo del mismo aparecieron en escena justo a tiempo para ayudar, los refuerzos habían llegado justo a tiempo. Se perdería la diversión, pero lo importante era sacar a Videl de allí. Y mantenerla calma, para que no volase todo el mundo a la mismísima mierda. No pasó desapercibido para Hari la facilidad con la que ella tomaba la palabra de Anakin, como acto seguido tomaba su mano para salir de allí mediante un portal. Quedó estupefacto por medio segundo, pero no tenían tiempo para perder. Volteó a mirar a Anakin con cierta desconfianza, antes de cruzar el portal, tomando la mano de Videl con firmeza. Quedaba asunto pendiente para más tarde.

Ellos aparecieron unas calles arriba, en un callejón. Hari se quitó su campera y se la pasó alrededor de los hombros a Videl, antes de tomarla abrazarla por la cintura para avanzar hacia la calle. Si todo estaba bien calculado, tenían media cuadra hasta su motocicleta. El mutante avanzó a paso seguro, teniéndola cerca, en un gesto por lo menos protector - Tengo que llevarte a una casa segura, Anakin se nos unirá cuando se hayan asegurado de que estamos a salvo - murmuró Hari, tranquilo, en confidencia. Avanzaban a paso firme, no rápido para levantar sospechas, pero firme. No pudo evitar sonreír al ver su motocicleta esperándolo - Desafortunadamente para tí, no puedo volar - medio bromeó, pasándole el casco de acompañante a la mujer.