83. This is me trying

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Farrah Omega

- Mi terapeuta dice que es muy normal hablarle a los muertos... yo creo que me volví loca. Por cierto, ¿puedes creer que estoy haciendo terapia? Sí, culpo a mi hermana por esto. Ella dice que no tuvo nada que ver y que fue una orden de Quinn, pero esta estúpida idea tiene su nombre por todos lados. - le dijo Farrah al aire, jugando con el dije de bailaria que colgaba de su cuello. Sólo llevaba usandolo dos semanas y era porque antes no había tenido el valor para abrir el sobre que Lennon le había dado. El resto del contenido del sobre seguía intacto allí adentro, ella iba un paso a la vez y aún no se había atrevido a sacar la fotografía o leer la carta. Era la última sorpresa que su amiga le daría y quería guardarla un poco más.

De su retorno a la Isla y la muerte de Lyv habían pasado cuatro meses y medio, y dos del intento de suicidio de Lennon. Farrah se turnaba con sus hermanos para llevarlo y traerlo de sus terapias y quedarse con él por la noche  cuando volvía de patrulla, ella no se había movido de su lado incluso en los días en los que el rubio era particularmente difícil y le gritaba que la quería lejos.

Ya era de noche y la menor de los Omega aprovechó que Lennon aún dormía para salir al balcón a fumar y hablarle a la nada como se había acostumbrado en el último tiempo a hacer. No sabía de qué había hablado Lennon en su sesión de esa tarde, sólo que para cuando ella había llegado al apartamento Scott le había pedido que no lo despertara hasta que fuera la hora de cenar.

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Lennon Slanzar Black

Aquellos dos meses habían pasado como en cámara lenta para el rubio, la internación le había llevado tres largas semanas, entre especialistas en su intoxicación y su salud mental, su tristeza y las fobias que había desarrollado estando solo. Lennon solo era una sombra lúgubre de lo que había sido con su pareja viva y era desesperante verlo gritar y pedir que no se acercaran o perder el aire cada vez que la puerta de la habitación comenzaba a abrirse. No había intentado escapar solo porque su cuarto no tenía ventanas y estaba vigilado las 24 horas del día, sus hermanos desfilaban por el hospital llevándole siempre su compañía, había visto también a Gallagher quien se había acercado a saludarlo y llevarle algunos libros que pudieran gustarle y entretenerlo allí, aunque no era su primo de sangre si lo era de sus hermanos y de alguna manera todos los Summers habían sido parte de su vida. Anwen y Gideon, sus mejores amigos también habían estado allí, pidiéndole que se recuperase para volver a tomar cervezas en los bares como hacían, como si fuera fácil todo eso. De su anterior vida no creía tener nada, en ese momento nadie le podría interesar menos. Ni siquiera las mejillas llorosas de Aurora, su hermana pequeña.

Cuando al fin había obtenido el alta Lennon había regresado a su apartamento, éste estaba impecable, libre de drogas y alcohol, sus hermanos se habían encargado de limpiarlo y darle un sitio donde vivir si riesgos y digno de una persona. Y era extraño pero quien más se pasaba por allí y lo acompañaba era quien en un momento le odiaba por haber robado la atención de su mejor amiga, Farrah. Ella estaba allí a pesar de que Lennon pocas veces le dirigía la palabra. Lo acompañaba a Terapia, se quedaba hasta que se dormía y algunas veces cocinaba o pedían algo para compartir.

Esa tarde la sesión con su psicólogo se había hecho extensa y le había agotado hablar tanto tiempo de su pasado por lo que el rubio al llegar solo se había acostado vestido a dormir por un largo rato y solo había despertado cuando su estómago gruñó de hambre, aun no había cenado. El rubio fue hacía el baño para lavarse el rostro y así despejarse de esa siesta tardía y con los ojos pequeños caminó a la cocina, olisqueó el olor del tabaco que provenía del balcón y se asomó allí para observar a Farrah conversar con la nada. Y a él lo mandaban al psiquiatra. El rubio avanzó hasta pararse a su lado. - Tienes uno de esos? - le preguntó, el cigarrillo le quitaba algunas veces la ansiedad aunque no fumaba todo el tiempo y en esas semanas nadie parecía querer que tocara nada que pudiera perjudicarle, nadie entendía que él ya estaba perjudicado. Se había ido hacia cuatro meses ya.  

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Farrah Omega

Más allá del excelente trabajo que habían realizado con Lennon el personal de salud del Hospital St. Thomas, los Slanzar Black se habían ocupado de recondicionar la casa para que estuviera apta para la recuperación total del rubio, quitando todas las pastillas, cuchillos y cualquiera elemento que pudiera poner en peligro a Lennon. Farrah incluso había colaborado en ponerle rejas al balcón y a las ventanas del apartamento con Simon, aunque temía que ahora se sintiera más como una prisión que un hogar para el mutante. - También me preocupa Tobey, lo de Poe no pinta nada bien y su relación con el enfermero es... No lo sé, demasiado casual para él. Aunque es simpático, me lo encontré en la cafetería el otro día y.. - su relato se vio interrumpido cuando Lennon se paró a su lado y le pidió un cigarrillo. Farrah soltó el colgante y se enderezó como si fuese una niña a la que la descubren haciendo travesuras.

- Se supone que ayuda..- se justificó, aunque él no le había hecho ningún comentario al respecto y tampoco parecía importarle. Y es que nada parecía importarle a Lennon. Farrah se llevó su mano al bolsillo trasero de su pantalón para sacar el paquete de cigarrillos y tenderle uno. - Sólo te lo daré si tú me das a mi una tregua... - le pidió, esperando su respuesta con el cigarillo apagado entre sus dedos y su mirada puesta en la suya. No le molestaba que él le gritara o se enojara, es más, lo entendía. Ella misma estaba furiosa con el mundo, pero queríamos ayudarlo y para eso tenía que llegar a él.

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Lennon Slanzar Black

Malditas rejas aquellas. Odiaba estar encerrado en su propio apartamento. Aunque salir lo aterraba y no podía aún hacerlo solo. Lennon se pasó una mano por el rostro, había estado escuchándola casi sin prestarle atención a nada, solo llevado por la inercia y la necesidad de fumarse un cigarro para afrontar su ansiedad. No sabía que sucedía con los Verheek, ni si  estaba vivo el mayor de ellos pero no era algo que el pudiera solucionar.

Farrah se pasaba casi la mayoría del tiempo allí, ayudándolo, como si le debiera un favor y sabía que aquello no se debía a él sino a la buena de Lyvvie. Ella saco un cigarro y el inmediatamente puso una mano sobre la femenina para tomarlo. Pero no lo hizo y ella tampoco se lo dio sino que le pedía una tregua.

- Que clase de..? - él no pudo continuar preguntando porque sus ojos habían divisado la cadena que colgaba del cuello de la menor de los Omega y se había quedado mirándola y admirándola hasta poder tomar la medalla de la bailarina que su novia solía usar cada vez que salía, recordaba la nuca de su rubia y hermosa mujer quien se levantaba el cabello para que el pudiera enganchar la cadena. Que Farrah la tuviera puesto había hecho que Lennon olvidará sus defensas y su actitud autómata para levantar la mirada más profunda hacia los oscuros ojos de Farrah. - Ella amaba esto, se lo había regalado su padre al viajar hasta Maud.. - le dijo sin quitar su otra mano de la de la morena, esperando la explicación sobre aquella tregua que le proponía.  

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Farrah Omega

Cuando el rubio comenzó a hablar para luego dirigir su atención a la cadena, Farrah se tensó un poco al ponerse a la defensiva, como si él fuera a sacarle la misma medalla que le había dado unos meses atrás. Pero para Lennon el efecto pareció ser el contrario, porque por primera vez en todo ese tiempo la miró a los ojos y hasta mantuvo el contacto de su mano sobre la suya. - Lo sé, era una de sus historias favoritas.. - Esa anécdota no tenía nada de especial más allá de que se había tratado de un bonito regalo, pero por alguna razón Farrah la había escuchado mil veces y nunca se había cansado de escucharla. Ese era el encanto de Lyvia, su amiga volvía todo mágico.

- Sólo quería decirte que no soy tu enemiga y no voy a alejarme, así que realmente ayudaría mucho si comenzaras a hablarme.. - le dijo, apretando un poco su mano. Farrah tenía una pequeña sonrisa en el rostro y su mirada puesta en la del rubio, de verdad esperaba que ellos comenzaran a conectar porque no sabía cuánto tiempo más podía aguantar. Más allá de que Farrah sentía que se había vuelto completamente loca y de ahí su necesidad de hablar diariamente con Lyvia, aquello le servía porque en el apartamento de Lennon se sentía bastante sola. A pesar de todo, sólo se había alejado de su lado para ir a trabajar y la reunión quincenal con Medea para hacerle saber que seguía viva.

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Lennon Slanzar Black

Con la yema de sus dedos acarició la medalla grabada y suspiro largamente, como si estuviera escuchando la voz de su pareja allí mismo contándole de esa vieja historia, del orgullo que tenía su padre cuando la veía bailar y aún más al enterarse que había entrado a la Patrulla Omega. A pesar de prepararse en la misma Academia Lennon nunca había tenido real interés en pertenecer a los héroes del día por esa misma razón, prefería el laboratorio y los análisis que pudieran hacer para mejorar los asuntos mutantes y había estudiado bastante para ello. Aunque en ese momento de nada sirviera, no quería volver a su antigua vida. Aunque habían pasado casi cinco mese aquello le parecía tan lejano. Tan irreal. La vida con Lyvvie no volvería.

El rubio la miró nuevamente a los ojos y le saco el cigarro sin decirle nada, solo se lo llevó a los labios y caminó adentro para prenderlo con la hornalla de la cocina antes de regresar al balcón.

- Se que no eres mi enemiga, pero aún así se que no deberías estar aquí.. le hago mal a quienes vienen a ayudarme.. no entienden que yo ya he muerto.. - murmuró, y su voz si sonó como si lo estuviera mientras sus ojos se clavaban en la luna llena y esa noche con tan pocas estrellas en el cielo, Lennon le dio una calada a su cigarro y tiro el humo hacia el cielo, buscandola siempre que llegará por él.  

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