10. Kamikaze

Kamikaze.

Harvey Tawn Suresh

Sus chicos no estaban haciendo las cosas bien esa semana, Harvey era el encargado de entrenarlos para el campeonato nacional de Tenis en Axies, una oportunidad para ese año en el que toda la energía acumulada en sus raquetas podría ser acumulada para los años venideros, y si bien el castaño de cabello imposible estaba entrenando duramente para ese evento sus muchachos no dejaban de tontear, eran los nuevos, cada uno venía de diferentes secciones y el deporte no había estado en su vida pero lo sentían como parte de ello. Harvey no estaba de acuerdo, a pesar de la pasión que se podía generar el no ser entrenados desde pequeños era un problema que no podían solucionar en plena adolescencia.

Hacía un mes ya que no iba a sus consultas médicas ni había visto a Renae por allí, el castaño se preguntaba si ella vivía encerrada en su sala de atención o algo por el estilo, si no tenía vida más allá de esas cuatro paredes. Y no es que no se lo había preguntado en sus charlas habituales y constantes indirectas. La última vez la había invitado a uno de sus partidos y la morena se lo había tomado como a una broma. Broma que él no había sabido como decirle que era verdad.

Estaba en el centro de gimnasia de la sección cuando la imagen de ella se le había venido a la mente, otra vez, no podía engañarse y decir que no extrañaba sus largas charlas y como ella lo atendía en su consulta. Y estaba jodidamente bien de salud, sin ningún rasguño para ir a verla. Jodida su buena salud, podría tener tos que ya sería una excelente excusa.

Harvey bufó mientras levantaba una de las pesas con las dos manos sobre su pecho, una vena sobresalía en su sien ante el esfuerzo de mantenerla por un minuto entero encima de su cabeza, y fue allí que una lamparita brillante iluminó su mente, dejándola caer hacia atrás de su cabeza con rulos, el castaño gruñó cuando uno de sus hombros hizo ruido al irse hacia atrás, desacomodándose. El dolor era insostenible. Harvey se puso de pie, apretando su brazo contra su cuerpo mientras salía de allí a los tropezones, aquel dolor le estaba haciendo ver todo borroso. Uno de sus compañeros se acercó para ver si estaba bien y él solo le pidió que lo acompañara al area de salud. Allí mismo el muchacho lo dejó, pero habían dos personas adelante de él, y al parecer Renae no había aparecido aún por la puerta. Quizás esta vez se le había ido la mano, el brazo entero incluso, Harvey bufó apoyado en la pared, esperando porque ella se diera prisa.

Renae Callighan - 16 PM · Area de Consultas médicas - Deportes.   

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Renae Callighan

Le quedaban dos horas antes de terminar su guardia y Renae no veía la hora de irse a casa. Lo peor era que aunque no había tenido ni un minuto para descansar desde que había ingresado al hospital, el tiempo no se le podía pasar más lento. La morocha se restregó los ojos disimuladamente mientras esperaba que el termómetro que le había colocado a un paciente sonara. El hombre había ingresado hacía ya tres semanas por una infección que gracias a los antibióticos había podido remitir y había sido dado de alta, por lo cual a Renae le preocupaba mucho que este volviera a su consultorio con casi cuarenta grados de fiebre. Le hizo un par de preguntas para saber cómo había seguido el tratamiento desde su hogar y luego le explicó que iban a tener que volver a ingresarlo, tomándose un buen rato con él en encargar los estudios que debía hacerse y revisarlo.

La morocha volvió a salir para llamar al siguiente luego de que Ivonne, una de las enfermeras, se llevara al hombre en una silla de ruedas. No quiso ver cuanta gente quedaba en la sala de espera si no que se limitó a saludar a su siguiente paciente una vez que esta entró al consultorio y se puso a trabajar. A Renae le gustaba tomarse la misma cantidad de tiempo con cada uno de sus pacientes pero no tardó mucho con los dos que le siguieron, un dulce anciano que había ido a verla por un control y una muchacha joven con un dolor de garganta. La joven médica se tomó un momento cuando ella salió en poder estirar sus brazos y desperezarse, no iba a reparar en sales de baño y espuma cuando llegara a su casa. Necesitaba un buen baño y abrazarse a su almohada hasta el día siguiente.

Renae tomó la planilla de su siguiente paciente y no pudo evitar sonreír al leer el apellido, Suresh. Diablos, ¿él se había dislocado el hombro? No tardó en salir del consultorio e ir a buscarlo, ayudándolo una vez que ingresaron a sentarse. - Harvey, ¿qué pasó ahora? - le preguntó ella preocupada, nunca pasaba más de un par de semanas sin que el joven de rulos indomables se apareciera en su consultorio. Incluso había empezado a sospechar que él sabía los días que ella estaba de guardia. Renae lo ayudó a sacarse la remera para poder empezar la revisión, la zona estaba bastante hinchada y él soltó un gruñido de dolor cuando ella comentó a tantear distintas áreas de su hombro y de su brazo, lo bueno era que no había perdido la sensibilidad. - Bien - susurró ella - Está dislocado, Harvey - le informó, aunque suponía que él ya lo sabía. Renae le pidió que la espere un momento mientras iba a pedir hielo para él, por su cara el joven estaba sufriendo mucho - ¿Ya te había pasado? - le preguntó al regresar, sentándose en su silla frente a él - Ahora voy a recetarte un sedante y vamos a acomodarlo, una vez que esté en su lugar vamos a hacerte unos estudios para ver que tal están el hueso y los tejidos - le dijo ella tranquila y luego lo miró, prefería esperar a que él estuviese mejor para comunicarle que iba a tener que seguir con el tratamiento luego, usar cabestrillo o férula y que tendría que suspender la actividad física. Renae ahora solo esperaba que sus estudios dieran bien.

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Harvey Tawn Suresh

Sus padres y su hermano menor vivían en la sección de Entretenimientos, todos ellos eran grandes artistas, su madre y Theo eran fotógrafos y su padre modelo, Harvey había sido el rarito de la familia, aunque no se le podía negar la creatividad para llamar la atención de la chica que le gustaba, eso era un hecho.

No le gustaba esperar, aquella era una cualidad de la que carecía por completo, y mucho más con él dolor que sentía en el hombro. El castaño no podía quedarse quieto, desde que ella había salido para llamar a su siguiente paciente Harvey se había colocado en unas cinco posiciones, mirando por la ventana, sentado en el asiento, recargado contra la pared a un lado de la puerta de ella, pero había terminado en el suelo, sintiendo como su brazo pretendía desarmarse de su cuerpo. Estuvo sentado en el piso hasta que Renae fue a buscarlo y él le sonrió aguantando el dolor, como si se estuviera conteniendo. A fin de cuentas todo ese circo era por ella.

- Todo fue culpa de unas pesas del gimnasio.. - contestó, echándole la culpa al aparato, el castaño se había sentado en la camilla, soltando un gruñido cuando ella lo ayudó a quitarse la remera - Me duele.. - se quejó como un crío de cinco años, sus ojos claros brillaban aguados mientras ella le decía lo que suponía, tenía el hombro dislocado, y era una suerte que no era su brazo bueno, el derecho. No había pretendido hacerse tanto daño, solo doblarlo un poco para poder ir a la consulta y salir con una de las piruletas que tenía en su cajón. - Necesito que me digas que podré jugar el partido que viene, dentro de un mes, necesito entrenar..- lo había olvidado, todo aquello había sido una tonta obsesión y ahora caía en la realidad de que aquello sería para largo. El castaño se quedó recostado, con el hielo apoyado en el hombro, este le latía como si el hueso raspase parte de la carne, haciéndole ver las estrellas. - Creo que voy a desmayarme.. - susurró teatral, y aunque solo era por decir algo el moreno se veía pálido y asustado.

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Renae Callighan

Renae negó con la cabeza cuando él mencionó las pesas, debía estar levantando bastante peso para herirse así. Definitivamente no habría piruletas esa vez, aquello iba a costarle mucho más que un simple dolor a Harvey - Es un poco pronto para decirte cuanto tiempo tendrás de recuperación, pero yo me olvidaría de ese partido - le dijo ella, con una mueca en el rostro. Siempre había odiado de su trabajo el dar malas noticias - No vas a desmayarte, yo voy a cuidarte bien y dejarte como nuevo, cariño - Renae le sonrió de manera algo tímida antes de darle la espalda para buscar a Ivonne, por la clase de dolor que manejaba Harvey lo mejor sería anestesiarlo. Ahora necesitaba que le hiciera el traerle una silla de ruedas, le realizarían una radiografía a Harvey antes de subirlo a quirofano. Él podía caminar pero quizás lo mejor fuera que no lo hiciera - Necesito que sostengas tu brazo así, ¿sí? - le pidió ella una vez que le acomodó el brazo, flexionado y contra su pecho.

- Harvey, vamos a anestesiarte para acomodar tu hombro - le informó ella, Ivonne ya le había hecho el favor de avisar al equipo y estaba en camino mientras ella le colocaba una venda para mantener la posición del brazo y poder inmovilizarlo. No tenía allí un cabestrillo y quería evitar posibles fracturas o desgarros si no es que ya los había. Harvey se veía muy atemorizado cuando lo sacaron de ahí, la radiografía terminó de confirmar el diagnóstico y les permitió ver que el daño no era tan grave. Con terapia física y cumpliendo con el tratamiento quizás Harvey volvería de a poco a entrenar a las seis u ocho semanas. El resto del proceso fue satisfactorio, Renae tomó la mano de Harvey mientras el anestesista lo inyectaba y le habló hasta que él se quedó dormido. Había podido acomodar el hueso del brazo en la articulación del hombro sin mayores problemas y ahora solo restaba esperar a que Harvey despertara. Lo trasladaron a una pequeña habitación en la segunda planta, y a pesar de que su turno ya había terminado la morocha se había llevado una silla para esperar a su lado. Renae entendía que aunque ese ritmo fuera cosa de todos los días para ella para Harvey debía haber sido una experiencia bastante traumática, todo pasaba siempre demasiado rápido durante las guardias. Ahora solo restaba ver como despertaba él de la anestesia y como respondía, luego sería ella misma quien lo llevaría a su casa.

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Harvey Tawn Suresh

Listo, ya podía morirse en paz, eso no había sido una buena idea, ese partido lo definiría, el idiota de Dennis le quitaría el título si no participaba. ¿Pero en que carajos estaba pensando? Harvey lo sabía bien, estaba pensando el la morena que ahora le hablaba con dulzura, pero no debería haber sacrificado ese brazo por una mujer que le decía cariño y le prometía cuidarlo, o si? Era completamente contradictorio sentir ese dolor insoportable mientras escuchaba las cálidas palabras de Renae. Harvey se dejó acomodar en la silla de ruedas, completamente confuso ante aquella situación, podía caminar perfectamente, se sentía en un carrito de niño pequeño siendo llevado al quirófano.

- No, no, no.. yo estaré bien, no quiero agujas, por favor Renae, voy a aguantar el dolor pero nada de agujas.. - el moreno se debatía mientras el anestesista estaba a su lado con la inyección, pidiendole por favor a Renae que lo mantuviera quieto en la camilla. Harvey seguía pidiendo ayuda y no se había dado cuenta de que la anestesia ya había pasado por su cuerpo sin sentir absolutamente nada. Renae había comenzado a hablarle y él intentaba contestarle sintiéndose bastante torpe, su lengua se le trababa y mientras sostenía la mano de la hermosa muchacha el castaño se quedó dormido, dejándose hacer con la expresión relajada al fin, sus claros ojos cerrados, aquello no había sido lo que se había propuesto.

No sabía cuanto tiempo había dormido, si había sido una hora o un día entero, pero cuando Harvey despertó estaba recostado en una cama mullida de hospital, hasta con esa bendita palanca para subir y bajar la parte de la espalda, siempre había querido probar aquella cosa. El castaño que normalmente tenía el cabello rizado e imposible de pelear ahora parecía un nido de pajaritos, todo enredado por el lleva y trae. Su mirada divisó al fin a su médica favorita - Hola Renie.. - saludó, con media sonrisa y los ojos pequeños de sueño, su hombro aun estaba anestesiado por lo que ya no sentía dolor. - Que hora es, de que año? He tenido un sueño muy raro.. - preguntó, quizás ya era lo suficientemente tarde para que se saltaran el toque de queda de Deportes, pero eso era lo que menos le preocupaba a Harvey, quería saber si había dormido lo suficiente como para que afuera ya todos estuvieran viajando en tablas aerodeslizables y Marty MacFly y el profesor en el delorean como lo que acababa de soñar mientras le acomodaban el hombro. Quizás todo era posible.

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Había sido una intervención muy corta así que Harvey no tardó en despertar lentamente de la anestesia, apenas había pasado una hora y media desde que había llegado a su consultorio. Renae no debía estar allí, su trabajo consistía en brindarle al paciente el diagnóstico correcto y dependiendo del problema, tratarlo ella misma o derivarlo a otro profesional. El problema era que le tenía un cariño muy especial a ese hombre y por mucho confianza que tuviera con los otros médicos y enfermeras del hospital, Renae le había prometido que iba a cuidar de él y eso era lo que iba a hacer. Ya había arreglado con uno de sus colegas para que la cubriera en su última hora de guardia.

- Hola, guapo - la morena salió de su ensimismamiento al escucharlo hablar, todavía estaba algo tembloroso y balbuceaba pero eran los efectos secundarios normales de la anestesia. - ¿Cómo te sientes? - le preguntó, Harvey la había preocupado esa tarde en su consultorio. - ¿Si? ¿Qué soñaste? - le sonrió dulcemente y se inclinó un poco para poder tomar su mano.

La puerta se abrió de golpe y Renae soltó a Harvey para acomodarse en la silla de manera nerviosa, podía sentir sus mejillas encendidas. Saludó a la enfermera con una sonrisa cuando entró, Kitty la observó por un momento con una expresión divertida antes de dirigirse a Harvey para comenzar a hacerle preguntas y chequear que todo estuviese en orden. Luego le informó que iba a pedir que le trajeran algo para comer para ver si toleraba bien la comida y que luego de la visita del médico seguramente le darían el alta, la enfermera le dedicó una mirada a ella antes de cerrar la puerta tras sus pasos, dejándolos nuevamente a solas. Renae miraba fijamente a un punto al azar en el piso mientras jugaba con su cabello, se sentía terriblemente avergonzada. Harvey le parecía un hombre encantador pero no tenía que olvidar que él era un paciente. Su paciente.

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Definitivamente no podía arrepentirse de maltratarse de solo ver esa sonrisa y que ella le dijera guapo, cariño y prometiera cuidarlo, porque Harvey tenía enumerados los dulces tratos de la morena, en su estado, medio mareado y apenas despierto Harvey dejó que ella tomara su mano, abriendo los labios y volviéndolos a cerrar por lo ensimismado que estaba, ellos hablaban casi siempre pero de ello a pesar a ese sutil contacto de su mano en la suya hacia que el castaño sonriera y sus ojos se abrieran de golpe. - Yo.. yo.. soñé que estabamos en la película de Volver al Futuro y viajábamos por el tiempo, y.. - el castaño dejó de contarle aquello porque la enfermera había entrado, y ella no le gustaba demasiado, en realidad Harvey era bastante reacio a las personas que no conocía, y mucho más aquellos que intentaban pincharlo como esa tan Kitty.

- Ella no me gusta nada.. - murmuró cuando al fin la enfermera se hubo marchado de la habitación, Harvey buscó la palanca para levantar la cama y poder estar sentado allí. Había notado que Renae no lo miraba y eso lo preocupaba. - He dicho algo malo Renie? - preguntó, su tono siempre más amable con ella, llevó su mano sana hacia ella para hacerla voltear, dedicándole una sonrisa. - No sé que hubiera hecho sin tí hoy.. - le confesó, otra vez la enfermera entró.

¿Es que acaso ella estaba espiando por la cerradura para descubrirlos in fraganti? El castaño se llevó la mano aquella al cabello, intentando llevárselo hacia atrás pues sus largos mechones comenzaban a saltar por su frente. Harvey observó la bandeja con comida y miró con el ceño fruncido a Kitty, no comería nada hasta que ella se marchara.

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Renae le devolvió la sonrisa cuando él le habló de manera tan amable, Harvey era un muchacho muy dulce. - No tienes nada de qué agradecer, estoy aquí para eso - Kitty no tardó en volver a interrumpirlos, la morocha la observó extrañada mientras dejaba la bandeja en la mesa y la acercaba hasta la cama de Harvey. ¿Por qué era Kitty quien le llevaba la comida cuando debería estar haciendo rondas? Definitivamente la enfermera estaba esperando descubrirlos y había vuelto a propósito. Ya podía imaginarse de lo que hablarían ahora todos o el interrogatorio que se le venía encima en la próxima guardia.

- Yo me encargo, Kitt - le dijo cuando la enfermera se quedó de pie al lado de la cama sin decir una palabra. Murmuró algo así como "como quieras" y los dejó con una expresión resignada en la cara, tomándose su tiempo para salir de la habitación. - Ella no es tan mala, ¿sabes? - Renae miró a Harvey y acercó su silla a él. - ¿Quieres que te ayude o puedes solo? - independientemente de que él le agradaba, Renae era la clase de profesional que iba más allá por sus pacientes. No compartía el modo de trabajar de algunos de sus colegas que eran tan fríos con todos, parecía que no les importaba en lo más mínimo el paciente o su sufrimiento. La médica observó lo que había en el plato, le habían dejado un té, un par de galletitas y dos pequeños frascos con mermelada pero se habían llevado los sándwiches de la merienda. - ¿Prefieres otra cosa? Puedo pedirle a alguno de los chicos que te traigan agua o gatorade de manzana - le ofreció ella al ver su expresión de asco. Era muy común, todos odiaban la comida de hospital.

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Kitty, además de tener un nombre endemoniadamente cursi era la mujer más entrometida que Harvey podía encontrar allí. El castaño la miraba con una ceja en arto mientras ella muy campante se había parado a un lado de la cama, como si esperase él pudiera comer algo con su mirada de color insulso puesta en su frente. De acuerdo, quizás sus pensamientos no eran nada amables al pensar en ella, pero había interrummpido un momento que Harvey había planeado con mucha dedicación, que le había costado su brazo y lágrimas. - Tu eres demasiado buena, por eso.. - le dijo el castaño cuando ella defendió a la enfermera, aunque se decidió a no seguir atacandola pues se había quedado mirando sus preciosos labios rojos, Harvey estaba jodidamente enamorado de aquella doctora, no podría negarlo, parecía un idiota mirandola. Ella era tan amable y abnegada a su trabajo que hacía que los ojos celestes de Harvey brillaran con un nuevo brillo cada vez que le hablaba. Es que hasta era capaz de darle de comer como a un crio. Aunque era un ofrecimiento tentador el castaño negó, no quería que ella lo viera como un crío, aunque se comportara muchas veces como uno.

Harvey estaba decidido a comer cuando miró la bandeja y se encontró con la tan odiada mermelada. Eso si que era peor que Kitty. El de rulos solo tragó saliva. - Bueno, quizás pueda comerlo, no es un doble cuarto de libra de Mc Donalds, pero puedo hacer la excepción, si es que aceptar tener una cita conmigo,cuando salga de aquí claro.. - Havey lo había dicho, aquello al fin había salido de sus labios, la había invitado a salir y ahora no sabía donde esconderse, taparse los ojos con las manos no era una opción pues movería su brazo malo. Él solo cerró los ojos, como si esperara una bofetada de la castaña por haber dicho una grosería.

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Renae se rió alegremente ante su comentario de la hamburguesa para luego sonrojarse cuando la invitó a salir. Harvey siempre le hacía comentarios sobre que podrían verse afuera del hospital o de que si tenía hambre al finalizar la guardia conocía un excelente lugar de pasta pero nunca la había invitado directamente a salir con él, incluso la morena había pensado que eso jamás iba a pasar. Sabía que estaba interesado en ella pero le parecía que era un enamoramiento pasajero y coqueteo inocente, ignoraba incluso si él era un mujeriego y era así con todas las mujeres o si ya estaba en pareja. No sabía mucho sobre su vida.

La joven médica se quedó mirándolo con una pequeña sonrisa en los labios y las mejillas todavía encendidas, no sabía qué responderle. Harvey mantenía los ojos fuertemente cerrados y ella miró por un momento de reojo a la puerta, como si temiera que los volvieran a interrumpir - Me encantaría - le dijo por fin, Harvey abrió de golpe sus brillantes ojos claros - Pero una vez que te recuperes, mientras tanto seguiré tu tratamiento como tu médica, ¿está bien? - su voz había salido mucho más firme de lo que pensó que lo haría. Era importante para ella que ellos mantuvieran por ahora su relación de la manera más profesional y apropiada posible.

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Harvey Tawn Suresh

No podía negar que era un hombre que había tenido citas, pero todas eran habían sido fallidas, sus primos Maxx y Jannick siempre tenían una nueva muchacha a la cual presentarle cuando salían juntos pero el moreno siempre terminaba lo que nnca había empezado con sus excusas de que debía volver a Deportes para estar descansado para un nuevo entrenamiento. Era un homre enamorado, carajo, y sus primos no parecían enterarse. Con poco discimulo Harvey abrió los ojos, encontrandose con el adorable rostro sonrojado de Renee.

Ella había aceptado y él no podía disimular su ancha sonrisa bobalicona. - De verdad? - preguntó algo incredulo mientras tomaba la taza de té y se la llevaba a los labios, motivado por aquella aceptación Harvey frunció la nariz, intentando pasar la infusión con poca azucar que le habían preparado - Si señora, seré un buen paciente.. - él le sonrió levemente mientras intentaba untar una galletita con la mermelada con su mano sana, era una hazaña bastante difícil y el dulce se le resbalaba a la bandeja pero no iba a perder esa oportunidad. Estaba entusiasmado, Harvey ya comenzaba a pensar en el sitio en el que la llevaría.

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Renae Callighan

Renie lo miraba dulcemente mientras Harvey hacía su mejor esfuerzo para tomar la merienda. Ella negó con la cabeza en silencio, eso no estaba funcionando. Renae se levantó de su silla para poder sentarse en un espacio vacío de la cama frente a él y posó su mano sobre la de Harvey para sacarle el cuchillo para untar y luego de tomar también el paquete de galletitas. - Ya tendrás tiempo para acostumbrarte a esto, hoy deja que te consienta - le pidió con una sonrisa al ver la cara que él hacía, entendía que Harvey quisiera demostrarle que era un hombre que podía encargarse de todo solo, pero con el efecto de la anestesia todavía sobre él quizás esa tarea era demasiado.

- ¿Alguien sabe que estás aquí? - le preguntó una vez que terminó de untar las galletas y dejó todo sobre la bandeja nuevamente, él ya se había tomado un poco menos de media taza de té. - Te darán el alta en unas horas y puedo llamar a alguien para que venga a buscarte - intentaba sacar su mente de la idea de la cita mientras se esforzaba por hablarle como a cualquier otro paciente - Lo mejor sería que alguien se quede contigo esta noche, no sé si vives solo o con alguien pero si lo prefieres también puedes quedarte en mi apartamento hoy - bien, esa no era una oferta muy normal viniendo de un médico y es que no podía disimular el cariño que le tenía.

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Harvey Tawn Suresh

 El hecho de que ella quisiera consentirlo le parecía adorable. Harvey sonrió mirandola prepararle las galletitas, agradeciendole y mordisqueando una mientras e acomodaba bien sentado sobre la cama, estaba más avispado que minutos antes y podía comer con su tranquilidad habitual, tomando su té despacio y preguntandole si afuera llovia, podía sentir el ligero golpeteo de la lluvia contra la ventana, quizás no fuera una tormenta pero le agradaba.

- Vivo solo, mis padres estan en Entretenimiento, y tambien mi hermano pequeño.. - le dijo con simplicidad mientras tomaba una galletita más, la mermelada no era algo que utilizara normalmente para desayunar. Harvey prefería la crema de avellanas hasta para los plátanos, todo lo bueno lo tenía la crema de avellanas. El moreno estaba concentrado en pensar que estaba comiendo un delicioso desayuno aunque solo fueran té con gallletitas por lo que apenas escucho su propuesta - A tu apartamento? - sus ojos celestes la miraron como sin creerlo al captar y retener las palabras de su doctora.

- Estas segura? No quiero molestarte Renie.. - le dijo aunque se moría de ganas por conocer el sitio donde la chica que le gustaba vivía no iba a abusar de su hospitalidad, podía con su brazo roto, tal como podía untar una galletita.

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La joven doctora asintió con la cabeza, si él vivía solo lo mejor era que estuviese al cuidado de alguien por lo menos las primeras veinticuatro horas, solo por prevención no de su hombro si no más bien por la anestesia. Harvey terminó su merienda mientras ellos conversaban sobre sus familias. Renae le había contado que su padre había fallecido cuando ella era muy pequeña y que desde entonces había vivido con su madre, sus tíos y sus primos. Todos ellos eran de seguridad y muchos se habían quedado allí, solo ella y su primo mayor se habían ido a otras secciones.

Veinte minutos después fueron a retirarle la comida y Kitty pasó a ver como seguía, el deportista se mostraba igual de recio con ella que antes. Pasó un poco más de una hora hasta que Renie fue a hablar con el médico de guardia, administración y las enfermeras para tramitar el alta de su paciente. No tardó mucho en volver a la habitación con él y anunciarle con una sonrisa que ya era hora de irse a casa, Harvey soportaba bien los alimentos y no había más razón para permanecer internado. Lo ayudó a ponerse de pie y luego lo dejó para cambiarse -él había insistido en que podía solo-. Su apartamento quedaba a solo una manzana del hospital así que podían ir andando, afuera la temperatura había descendido un poco y mientras hablaban con Harvey de anécdotas de sus trabajos, ella ya se había vuelto a poner a pensar en su clásico y glorioso baño de agua caliente postguardía. Él podría ver televisión o algo mientras ella se relajaba pero lo necesitaba. Y además, realmente se lo merecía.

- C E R R A D O -

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