21. Te atraparé cabrón

Te atraparé cabrón

Savannah Gregory

Lo habían tenido en sus manos por tan pocas horas, que Savannah no podía creer que la felicidad se le escapara entre los dedos de esa manera tan cruel. En un operativo destinado a atrapar rebeldes, ella y un compañero habían perseguido a Phoenix hasta dar con él y atraparlo, objetivo que jamás se había podido cumplir desde que los rebeldes habían pasado a ser los targets más codiciados de los miembros de Seguridad. Actualmente los rebeldes eran duramente cazados, pero estaban más allá de lo que Seguridad quería admitir, y todos los operativos hasta ese momento habían fallado. Pero aquel había sido su día de gloria, luego de dormirlo parcialmente con dardos tranquilizantes, Patrick lo había atado y amordazado, y ella se había encargado de hacer la primera guardia hasta que a medianoche decidió dormir un poco.

Durante las siguientes horas de oscuridad, desconocían cómo, Phoenix se había escapado. Lo habían amarrado a un árbol con sogas gruesas e incluso con una cadena con alarma digital. De alguna manera, el rebelde se había liberado y Savannah había estado fuera de sí toda la madrugada, aproximadamente desde las cinco, horario en el que había descubierto la fuga. Por supuesto que sus insultos se habían escuchado en las secciones más lejanas, y había estado las primeras horas desesperada, recorriendo los alrededores, hasta dar por sentado que Phoenix ya no estaba en las inmediaciones y que la búsqueda tenía que ser más profunda.

- Tú has lo que quieras Patrick, yo no pararé hasta encontrarlo - Su colega quería regresar a la sede de Seguridad que había en Salud para explicar lo sucedido, pero Savannah, que era la persona más terca que más de uno había conocido, estaba decidida a seguir buscando. Su furia estaba amplificada porque se sabía la culpable de su escape, porque no tendría que haberse confiado e irse a dormir. Con su equipo al hombro, apenas una pequeña mochila donde tenía todo lo que necesitaba, y las armas de dardos tranquilizantes colgando en su cadera, la morena llegó un rastro confuso hasta la orilla que dividía Salud con otras comunidades que no pertenecían a Axies. - Dónde mierda estas, cabrón - masculló, observando a la distancia con la mirilla de su arma, que tenía forma de ballesta pero en miniatura.

Con Phoenix · 09 Hrs · Periferias de la sección Salud

Te atraparé cabrón

Phoenix Ressler

La visita a Salud de Phoenix había tenido dos motivos, el primero, reunirse con los pocos miembros de la Resistencia que había en la facción y el segundo, conseguir insumos médicos para reabastecer el pequeño y escaso botiquín que tenía para él y el resto de los Renegados. Claro que cualquiera de los miembros de la Resistencia se los pudo haber facilitado pero él se negaba en ponerlos en más peligro del necesario. Por eso mismo se había escabullido en uno de los pequeños almacenes la noche anterior, ya tenía su mochilla llena de lo necesario cuando había sido capturado por una mujer morena que no había dudado en sedarlo con un calmante y apresarlo con gruesas sogas.

Phoenix había tenido que esperar a que su captora se durmiera para escapar, se las había ingeniado para cortar las sogas con una pequeña navaja que siempre llevaba escondida en una de sus botas. Había conseguido librarse y recuperar su mochila. Pero ya no era seguro avanzar por tierra, Phoenix había subido a uno de los árboles y avanzaría por las copas, trepando todo lo que pudiera, le dolía las costillas luego de que el tal Patrick le hubiera dado un par de golpes.

El grito de la mujer hizo que Phoenix soltara una carcajada satisfecha mientras se trepaba de una rama a otra con cuidado, no podía perder más tiempo jugando con esa mujer, debía regresar pronto a la pequeña isla donde vivía con Naomi y Maxwell.

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Te atraparé cabrón

Savannah Gregory

Savannah ya no sabía dónde buscarlo. Lo más probable era que hubiera desaparecido de su perímetro hacía mucho tiempo, probablemente sino hubiese perdido tanto tiempo buscándolo en las inmediaciones del campamento lo había encontrado ya. Recorrió una especie de pequeño bosque que había surgido de la nada misma a un costado de la orilla, particular por los árboles tupidos y la cercanía de los troncos entre sí. La morena se internó con mucho cuidado, observando aún con la mirilla de su ballesta hacia la copa de los árboles. Sus pasos eran silenciosos, pero si Phoenix efectivamente estaba allí lo más probable era que la viera mucho antes que ella.

Nadie más que ella misma sabía la importancia que tenía esa misión. Savannah era una mujer perfeccionista que había perdido todo momento de regocijo luego de la prueba de aptitud terminara enviándola a Seguridad. Actualmente lo único que la llenaba de alguna u otra manera era cumplir con sus metas a corto plazo, que básicamente estaban dadas por las misiones que acataba. Haber perdido a Phoenix era, para ella, una muestra de ineptitud que no podía permitirse. Sus sentidos estaban alerta, sus botas crujían suavemente sobre las hojas secas que estaban desparramadas por el suelo fértil. Con toda la tecnología que tenían en Axies, aún los Renegados y la Resistencia podían escaparse. Y eso sólo mostraba que había infiltrados arruinándolos desde adentro.

Un ruido llamó su atención, podría haber sido un animal tranquilamente pero Savannah apostaba que no era así. Arrojó a las copas de los árboles más cercanas dos o tres flechas de metal desde su ballesta, esperando oír el aletear de un par de alas, pero no hubo ningún pájaro que se asustara con su disparo. Phoenix tenía que estar allí.

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Phoenix Ressler

Maldita sea, ¿qué mas iba a pasarle en esa expedición de mierda? Phoenix se quedó muy quieto en la copa donde estaba trepado, había una serpiente en la rama que tenía que tomar para avanzar y que estaba dispuesta a darle una jugosa mordida si él movía un nervio. Phoenix escuchó que la mujer que lo perseguía se acercaba y jamás se alegró tanto de la presencia de uno de los perros de Seguridad. Ella disparó un puñado de flechas y milagrosamente una le dio a la serpiente. Pero no era algo que Savannah supiera. Phoenix no dudó en arrancar al animal de la flecha y arrojar la moribunda serpiente hacia donde habían venido las flechas, esa pequeña distracción era su ventaja.

Phoenix hizo el ruido suficiente para que Savannah lo siguiera cuando él cambió de rumbo sobre las copas de los árboles, tenía que sacarse a esa mujer de encima y tenía una buena idea de como hacerlo. Sin detener su marcha a pesar del dolor que sentía, Phoenix se agazapó cuando llegó al punto justo. Solo era cuestión de que Savannah apareciera, y en cuanto ella lo hizo él jaló la soga que tenía a mano y una trampa se activó subiendo a Savannah en una red, bajando a Phoenix al suelo. Habían minado esa parte del bosque de pequeñas trampas para casos de emergencia como ese.

- Eres la imagen perfecta del cazador cazado...- dijo Phoenix de forma burlona e insolente, observando a Savannah mientras ella maldecía y forcejeaba intentando cortar la red- Solo para que te mentalices, para cuando consigas bajar, a ver si me encuentras..- agregó relamiéndose los labios mientras la observaba, regodeándose en su cambio de situación.

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Savannah Gregory

Le había dado a algo, eso estaba segura. La flecha había hecho el sonido de incrustarse contra algo, y Savannah se quedó en silencio a la sombra del árbol esperando ver algo entre las hojas, cuando algo apareció por encima de su cabeza y no le hizo falta analizarlo mucho para saber que se trataba de una serpiente. Se echó varios pasos hacia atrás maldiciendo en voz alta, antes de darse cuenta que el reptil no reaccionaba y que tenía una herida que la traspasaba de un lado a otro. Su flecha. Con los ojos de nuevo en las copas de los árboles, la morena alcanzó a ver la figura del fugitivo deslizarse y lo siguió, nuevamente apuntándole con su ballesta, su ojo derecho ubicado detrás de la mirilla.

Ésa vez no lo perdería. Savannah estaba a punto de dispararle ahora que acababa de quedarse quieto cuando algo la atrapó y la elevó a las alturas, obligándola a soltar su ballesta que cayó al suelo. - Maldita sea - maldijo de nuevo, en un grito ahora, mientras jalaba de las sogas que formaban una perfecta trampa buscando la forma de escapar. Estaba por lo menos a tres metros de altura cuando vio a Phoenix aparecer nuevamente, con los pies en la tierra esa vez. - ¿Te crees que tienes todo preparado, imbécil? Te rastreé hasta aquí, te rastrearé hasta donde sea que te escondas como un cobarde - le espetó, la expresión de su rostro hacía parecer que estaba a punto de escupirlo. - Sácame de aquí o te arrepentirás, lograré escaparme y volveré a cazarte - Era una realidad. No había forma alguna de que Savannah lo dejara de buscar a partir de ese día, y él tendría que vivir con el miedo y la paranoia si la dejaba allí arriba. ¿Cuándo podía tardar en cortar esas sogas? En cuanto encontrase la forma de dar con algo filoso, estaría de nuevo en su persecución.

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Te atraparé cabrón

Phoenix Ressler

¿Miedo y paranoia? ¿Por ella? Phoenix soltó una insolente carcajada al escuchar lo que la muchacha le decía sobre cazarlo y demás idioteces. La ballesta iba a serle útil y no dudó en tomarla del piso y revisarla, Naomi ya le había dicho que tenía que quitarle el rastreador para que no corrieran riesgos y así lo hizo, todo bajo la atenta y furiosa mirada de zafiro de la mujer. No estaba lidiando con un improvisado, Phoenix había tenido algo de mala suerte la noche anterior pero no por eso iba a dejar que eso se repitiera. Ya tenía las provisiones médicas y ahora también una ballesta nueva para su pequeño arsenal.

- Primero tendrías que conseguir bajar de ahí, o que alguien te encuentre, cariño..- dijo con liviandad, levantándose apenas la camiseta del lado que el tal Patrick lo había golpeado. Su piel blanca se había amoratado formando un cardenal que posiblemente tardaría varios días en irse- Te estaremos esperando, si es que llegas..- agregó con la misma insolencia de un momento atrás, ya tenía todo lo que necesitaba y podía volver a la isla donde se refugiaban.

Phoenix comenzó a andar por varios metros hasta que comenzó a trepar por un árbol, lo más seguro sería abandonar los senderos y el bosque y refugiarse en el anonimato de las copas de los árboles.

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