14. Te encontré

Todo se había ido al diablo, Axies estaba en llamas y seguridad era el lugar más peligrosa para estar en ese momento. Rennier había sido convocado para dejar su empleo actual en Entretenimiento y unirse a las fuerzas en su facción, sin darle explicaciones de lo que eso significaba. A él solo le habían ordenado patrullar las calles de Axies, detener algunas personas que creían sospechosas y la peor parte: realizar redadas para atrapar a los rebeldes de distintas secciones y llevarlos de vuelta a la central. El gobierno había separado a sus fuerzas según el trabajo que realizaban, ocultandole a su propio ejercito las tareas que se realizaban en la central. Él no tenía idea de la parte más oscura de la guerra, solo sabía que había un grupo que había comenzado a atacar y que era su deber proteger a los ciudadanos.

No había pasado un día desde que Rennier no se preguntara como estaba Love, Entretenimiento había sido la única facción a la cual no lo habían mandado y ellos no habían tenido más contacto. Había buscado noticias suyas pero solo aparecían historias sobre la próxima tira que la rubia iba a protagonizar o el último vestido que había llevado a su premiere, todas noticias vacías que solo buscaban distraer a las personas de Entretenimiento de lo que estaba pasando por fuera.

Ese día Rennier se había quedado en su apartamento completando unos formularios sobre su última misión allí en seguridad, donde lo habían herido a unas manzanas de su edificio. Su cuerpo estaba golpeado así como su rostro, además del corte que le habían hecho en su mejilla izquierda, que todavía no había cicatrizado. Él había enviado unos papeles junto a su informe a su superior y luego había pensado en meterse a la ducha, cuando el timbre sonó. No esperaba visitas y lo cierto es que la situación lo había vuelto un poco paranoíco, Rennier tomó su arma solo por precaución y abrió la puerta lentamente para encontrar a Love del otro lado. Antes de que él pudiera decir nada ella ya había saltado a su cuello y se aferraba con fuerza a él, con su rostro en su cuello. - Love - dijo su nombre él, teniendola en sus brazos. Él se tomó un momento para ellos, llenando sus sentidos con el aroma a coco de su cabello y acariciando su cintura lentamente. Rennier se separó de ella para dejarla entrar al apartamento, cerrando la puerta con seguro detrás de ellos. - ¿Qué haces aquí? - le preguntó y sin poder evitarlo volvió a tomarla en sus brazos, aquello se sentía muy bien.

Era un verdadero regalo poder volver a verlo, Rennier estaba en una pieza y eso era todo lo que ella necesitaba. Love sonrió al escucharlo llamarla por su nombre, disfrutando de cómo lo decía, sintiendo que sus mejillas se sonrojaban al sentir la caricia de sus manos en la piel de su cintura. Rennier los metió a su apartamento, trabó la puerta con el seguro y recostó su espalda contra la puerta, jalándola de nuevo a sus brazos. Love sonrió con timidez, hundiendo su rostro otra vez en su cuello, los pocos copos de nieve que habían caído en su cabello ya se habían derretido al entrar al tibio apartamento de Rennier. Ella acarició la mejilla mala de Rennier, era algo superficial pero se veía igualmente dolorosa. 

- No he sabido nada de ti en semanas, estaba muy preocupada, temía que te hubiera pasado algo..- le dijo Love sintiendo que su rostro ardía, jamás se había comportado así con otro hombre, pero nadie antes se había preocupado por ella como Rosemary y Rennier lo hacía. De alguna manera, ellos se habían convertido en parte de su familia- Ademas.. te echo de menos..- soltó casi sin darse cuenta, hundiendo su rostro un poco más en su piel- Ese es el perfume que te regalé..- Love sonrió al reconocer la fragancia, feliz aunque ese fuera un detalle pequeño y quizás insignificante para él. 

El abrazo de Rennier se sentía bien, él la sujetaba contra su cuerpo tibio y Love solo quería quedarse allí tanto como pudiera. Ella sonrió contra la piel de su cuello, disfrutando de cómo él acariciaba su cabello. Hacía tres semanas que no sentía esa dulce felicidad, todo pensamiento negativo había abandonado su mente y en lo único que podía pensar era en los brazos que la sujetaban haciéndola sentir valiosa. 

- ¿Cuando volverás a casa?- preguntó levantando el rostro, no estaba segura de lo que estaba pasando pues en Entretenimientos nadie sabía que la guerra había estallado- No puedes negar que como jefa soy un poco mejor que quien permitió que te golpearan..- intentó bromear, sintiendo que se sonrojaba, porque ella no quería ser su jefa, ella quería algo que no debía con Rennier. No solamente porque no era el momento habiendo estallado la guerra, sino porque él merecía a alguien mejor que Love.  

La estaba besando, Rennier la estaba besando. Love sintió que se derretia en sus brazos mientras él la besaba y le acariciaba el cabello como si ella fuera algo precioso, toda ella se estremeció, abrazando su cuello con sus brazos en un intento de pegarse un poco más al pecho desnudo y tibio de Rennier. No pudo evitar sonreír, todo su rostro sonrojado al sentir que una de las manos de Rennier iba por debajo de su blusa erizandole la piel. 

- Fue una broma tonta, no quiero ser tu jefa, quiero esto, te quiero a ti..- murmuró entre besos contra los labios de Rennier, debía agradecerle a Rosemary por animarla a ir a verlo, había sido la mejor decisión que había tomado, él era justo lo que ella necesitaba- Tu me gustas Ren..- agregó alejándose un poco de él, cubriendo su rostro con sus manos al sentir que todo su rostro ardia. 

Era tan impensado que Rennier la quisiera que Love no pudo evitar reírse nerviosa, de nuevo escondiendo su rostro pero está vez en el cuello de él, deleitándose de como le quedaba el perfume que ella le obsequio en la piel. Love lo abrazó por la cintura, ambos aún de pie contra la puerta, la mano de Rennier sobre la piel de su espalda, por debajo del broche de su sostén. 

- No quiero volver a entretenimiento si tu vas a quedarte aquí, no voy a quedarme tranquila..- le dijo con el rostro recostado en su pecho, ella tenía suficiente dinero para no necesitar trabajar por un buen tiempo. Claro que para tomar esa decisión Rennier tenía que aceptarla. - Lo siento, solo estoy muy preocupada por ti y tu trabajo donde no te cuidan lo suficiente..- agregó sintiendo que hasta las orejas le ardían por el rubor. Rennier era el primer hombre del que se enamoraba y quería lo mejor para él.