76. Prefiero hacerlo sola

Prefiero hacerlo sola

Flame R. Scamander

Si había algo para lo que Flame era buena, más allá de la cocina, era para ignorar a las personas que la incomodaban. Y eso era precisamente lo que hacía con Braden, el barman y payaso del Amapola. Ellos eran demasiado diferentes para funcionar y ella prefería pasar de él a subirse a alguno de sus estúpidos jueguitos. Flame suspiró, Pierre acababa de irse, se suponía que cerrarían juntos, pero él le dijo que alguien más le haría el favor esa noche porque él tenía algo que hacer. Y siendo las tres de la mañana no había muchas más opciones más que ir a follar.

Ella se estiró, sintiendo todo su cuerpo cansado crujir a la vez que algunas cosas comenzaban a cobrar vida en la cocina. Los trapeadores y los baldes con desinfectante iban de un lado al otro por el piso de la cocina. Flame aprovechó para prepararse una taza de té, el invierno ya estaba instalado y ella era muy friolenta. Un poco de té la ayudaría a prepararse para el frío que la esperaba afuera del Amapola.

Un sonido llamó su atención, venía del salón. Flame caminó hacia allá con lentitud, rogando que no fueran ladrones. Y era algo aún peor: Braden Verheek. La mirada femenina hizo contacto con la masculina y ella lamentó que fuera él el reemplazo de Pierre para el cierre. No le dijo nada, solo volvió a la cocina con su taza. Debía asegurarse que los trapeadores hubieran terminado su trabajo para poder terminar con la parte de la cocina. Después de todo, cuánto antes terminara, más temprano podría irse a casa.

Flame no era tonta, sabía que le tocaba demasiado seguido eso de hacer el cierre, y que eso era parte de su iniciación allí. Una manera de probarla y de hacerle pagar el derecho de piso. Una estupidez más de la gente. Pero no iba a quejarse, era algo muy pequeño para que lo hiciera. Fergus, su hurón, entendería que ella tenía que llegar más tarde algunos días.

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Braden Verheek

Cuando Pierre se acercó y le pidió, con algo de temor a que se negara, que lo reemplazara en el cierre de esa noche, Braden sólo sonrió y le palmó el hombro derecho. No hay ningún problema, colega. Eso sí, cuando yo tenga la... necesidad que tú tienes ahora, bueno. Espero que me pagues con la misma moneda. Conocía lo suficiente a su compañero de trabajo como para ignorar el por qué de su partida repentina. No pensaba inmiscuirse demasiado a menos que quisiera contarle. A decir verdad, el castaño era un tipo fácil de tratar si estaba de buen humor y si quienes le trataban no eran sus padres. No tenía nada planeado para esa noche así que, ¿por qué negarse? Tenía un favor guardado en el bolsillo por un esfuerzo mínimo.

Su energía hacía que la mirada le brillara, algo extraño considerando que ya eran las tres de la mañana y que habían tenido un turno exigente. Braden no cumplía con horarios de vida muy saludables, la mayoría de los días se despertaba al mediodía y a medianoche estaba fresco como una lechuga. No llevaba una rutina que tuviera sentido y tampoco le importaba, la adaptaba a sus deseos y a sus horarios laborales. Estos últimos eran lo único que le daba un poco de orden a su día a día. Así que cuando comenzó a barrer el salón, corriendo las sillas y las mesas de lugar, se movía con energía y velocidad. Había aceptado hacer el cierre, pero tampoco quería irse a la hora que saliera el sol. A menos que, claro, sucediera algo interesante.

Sintió una presencia cercana y supo que Flame estaba allí. Bien, al final aparecía. Hasta ese momento había estado escondida en algún sitio. Braden le dedicó una sonrisa que terminó convirtiéndose en una risa silenciosa al ver que no la devolvía. La apatía que la nueva expresaba hacia él le daba risa, especialmente porque la creía infundada. Terminó de barrer y se dirigió hacia la parte trasera del bar para buscar la mopa y un balde. Entonces se encontró con las cosas moviéndose de un lado al otro, como si tuvieran vida propia, y a la castaña preparándose algo para beber. Se quedó a medio avanzar, con la escoba agarrada con la mano derecha. Ya había visto los poderes de Flame funcionando alguna vez, por casualidad, sin embargo no disimuló la sorpresa. Había algo en Braden que se quebraba cuando veía el gen mutante en acción, ese gen que él no había heredado. — Debe ser divertido. Lo más cerca que estaré de algo así es utilizando uno de esos filtros de Instagram que animan los objetos. Les ponen patas y cosas así, ¿lo has visto? — le preguntó con un tono divertido pero expectante. Sólo después de hacer aquel comentario reanudó el movimiento, yendo a por la segunda mopa y un balde. De reojo notó que bebía una infusión y que no vestía más ropa porque probablemente no tenía. — ¿Tienes frío? ¿Por qué no subes la calefacción?

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Flame R. Scamander

La antipatía que Flame sentía hacia Braden estaba bien fundada, ellos dos eran agua y aceite, y no solo eso, Braden era de ese tipo de personas que ella encontraba irritantes. Era por eso que Flame siempre lo evitaba, o lo ignoraba. No le interesaba meterse en tonterías, gracias. No pudo evitar sentirse incómoda cuando él la encontró usando sus poderes. Los mutantes no estaban en un sitio cómodo en ese momento por culpa de los puristas, y ella prefería no usar sus poderes delante de humanos. No sabía como iba a reaccionar él, después de todo. Flame volvió a su taza de té caliente, escuchando la voz de Braden tras ella. Fue ingenuo esperar que él la dejara estar en paz.

- No suelo usar redes sociales..- dijo y se encogió de hombros al escuchar que él hablaba sobre la calefacción.- Soy friolenta, y no quería molestar con la calefacción, además, no creo que demoremos mucho más..- a pesar de ser tan joven, Flame era lógica y resuelta. Era por eso que el carácter mayormente despreocupado de Braden chocaba tanto con ella. La mirada oscura de Flame volvió a encontrar la de Braden antes de que ella la apartara con menos brusquedad que un momento atrás cuando lo confundió con un ladrón.

Todo lo que estaba moviéndose en la cocina se quedó en su sitio por un segundo antes de que todo comenzara a volver a su lugar. Los trapeadores se metieron de a uno en el pequeño armario de limpieza y los trapos fueron hacia la única canilla abierta, para echarse allí. Flame se acercó hacia allí para echar un producto de limpieza, los dejaría allí remojados para que el turno de la mañana pudiera terminar de escurrirlos y dejarlos listos.- ¿Necesitas ayuda para terminar? Aquí está todo listo..- le dijo, quizás era hacer trampa usar sus poderes, pero a su favor, Flame estaba tan cansada usándolos que haciendo todo el trabajo a mano.- Cuanto antes terminemos, antes podremos irnos..- agregó, aunque la perspectiva de irse con ese frío no la entusiasmaba en absoluto.

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Braden Verheek

— ¿No usas redes sociales? ¿Y cómo hablas con tus amigos? ¿Cómo ligas? No, espera. No es una pregunta real. No quiero interrogarte demasiado o me volarás una escoba por la cabeza. — rió, volviendo a lo suyo. Aún le faltaba un tanto en la sala, después de todo nadie lo apuraba. Braden estaba acostumbrado a los horarios nocturnos, era extraño verle cansado. Asintió ante su argumento de la calefacción con un gesto comprensivo. Como bien sabía hacer, Braden se metió las palabras ajenas donde no le daba la luz y fue a buscar el aire acondicinado para encenderlo en modo calor. Tampoco estaba tan mal transpirar un poco, si el turno era ajetreado era moneda corriente.

Reanudó la limpieza con la mopa, tarareando por lo bajo una canción de Ricky Martin cuya letra desconocía. Exceptuando las partes en las que cantaba frases en su propio idioma. Faltaba limpiar la mitad del salón cuando Flame se acercó a preguntarle si le faltaba mucho. Braden se detuvo, apoyó el peso de su cuerpo en el palo de madera y la observó en silencio durante unos segundos. No buscaba incomodarla, le salía ser así de observador. Recién en ese entonces la calefacción comenzaba a notarse en el ambiente, puesto que era un espacio amplio y difícil de entibiar. — ¿Tanto te molesta compartir el turno conmigo que quieres irte tan rápido? — preguntó, fingiendo cierta pena que no era honesta. — Aún me queda para un rato, sí. Quería mover las mesas de aquel sector de lugar y limpiar debajo. — señaló el rincón derecho de la sala. — Pero vete, yo puedo terminar solo. Me gusta estar aquí cuando no hay nadie, además. — Regresó a su labor, volviendo a canturrear por lo bajo esa vieja canción de Ricky Martin.

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Flame R. Scamander

El que Braden se diera cuenta solo de lo tonta que era su pregunta sobre cómo ella ligaba le ahorró a Flame el tener que tratarlo como a un idiota. A ella no le gustaba ir por ahí tratando mal a los demás, pero Braden solía ponérselo bastante difícil. El calor de la calefacción la hizo sentir mejor aunque no iba a decirla nada al respecto a su acompañante. Braden le agradaba más cuando no le prestaba atención y estaba en su mundo de tonterías como en ese momento que canturreaba y limpiaba el piso.- Yo me ocupo de moverlas..- dijo sin dirigirse a él. Flame chasqueó los dedos y todas las mesas que Braden le indicó comenzaron a estirarse como si estar en esa posición les incomodara para luego caminar y ponerse sobre las otras mesas lomo con lomo con sus patas arriba. Su hermano mayor, Bartek, solía molestarla al decirle que su animación era muy parecido a cómo los objetos cobraban vida en las películas de Disney. Solo le faltaban las ardillas y aves cantando para ella.

Flame solo se encogió de hombros ante la mirad curiosa de Braden sobre ella. No lo odiaba, de verdad, solo eran de esas personas que no congeniaban. Ella se sentó en uno de los pequeños reservados para cuatro, de esos que tenían cómodos sillones y las mesas empotradas al suelo, sería más cómodo esperarlo allí mientras ella terminaba su taza de té caliente. Flame bostezó y se acurrucó contra la mesa usando sus propios brazos como almohada, era demasiado desconfiada como para dormirse y no quería sentirse amodorrada al momento de tener que regresar a casa. Sabía que tendría que hacerlo a pie. No quería que su hermano fuera por ella tan tarde y dudaba conseguir un taxi a esa hora incluso si el centro de la isla estaba a pocas manzanas de allí. Tendría que caminar los quince bloques que la separaban del edificio donde vivía.

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Braden Verheek

De acuerdo, Flame no pensaba abandonarlo, eso le sacó una sonrisa. Pensó en apurar la marcha pero de repente la idea de que se quedara dormida le resultó tentadora. Podía despertarla con alguna maldad, de hecho. ¿Era eso muy infantil de su parte? — She never drinks the water and makes you order French champagneeee — canturreó por lo bajo siguiendo a Ricky Martin, mientras atravesaba la gran sala para buscar la escoba. Su ayuda le había venido muy bien, pero no se lo diría. Braden callaba todos los halagos que podía, porque eso opacaba los elogios hacia él.

Un rato después todo estaba impecable. Así también su horario de salida se había excedido. Braden se acercó a la mesa donde Flame se había echado a descansar, sorprendido de que no se hubiera ido todavía. — ¿Te llevo a tu casa? Bah, depende donde vives. Tampoco pienso desviarme tanto, de ser así puedo ofrecerte un lugar en mi sofá. — alzó las manos, ya tenía encima su campera y las llaves de su moto. — Eso si no babeas, sino se cancelan todas las opciones.

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Flame R. Scamander

¿Por qué tenía que hacerlo tan difícil? Flame suspiró con pesadez antes de salir de la almohada improvisada que eran sus propios brazos. Sus ojos marrones encontraron los de Braden, él se veía tan satisfecho con su propia estupidez que casi le parecía cruel romper su ilusión.- Estoy a quince bloques de aquí, Fer está esperándome..- dijo poniéndose de pie para volver a estirarse. La mirada de Braden seguía sobre ella, pero había un matiz de curiosidad que ella no podía ignorar. Una pequeña parte malvada en ella la tentó a dejarlo como estaba, disfrutando de ver como la intriga le picaba bajo la piel. No supo qué la llevo a aliviar esa sensación en su compañero.- Fer, Ferguson, es mi hurón..- dijo a modo de aclaración. Braden no sabía nada de Flame por fuera de sus poderes mutantes y que era chef.

Flame no se quedó a esperar la reacción de Braden, en su lugar fue a los lockers a tomar su bolso y su abrigo. Mientras más rápido se preparara, más rápido podría marcharse a su hogar. Era mucho más tarde de lo que esperaba o le gustaría. Flame no estaba acostumbrada a quedarse a ese horario. Siendo una mujer y viviendo sola, y demás, ella solía entrar más temprano para poder salir en un horario que todavía tuviera una opción segura para volver a su hogar.

Una vez que Flame tuvo su bufanda y abrigo bien puestos volvió al encuentro con Braden en la cocina, desde donde tenían acceso al callejón trasero del restaurante. Al encontrarse de cara con la moto de Braden, Flame no pudo disimular su cara de desencanto. No le gustaban las motocicletas, no le parecían seguras. Y no solo eso, la idea de abrazarse a la cintura de Braden tampoco terminaba de aterrizar para ella.

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Braden Verheek

A diferencia del resto del mundo, Braden tenía la capacidad de estar en el presente. Se lo habían dicho muchas veces. Poco le preocupaba demorarse más tiempo del promedio, así como tampoco se dejaba acuciar por ritmos ajenos. Por un momento pensó en tocarle el hombro para despabilarla, pero después de ver la forma en que lo miró al abrir los ojos, agradeció no haberlo hecho. Flame, así como su nombre lo decía, parecía ser una mujer que no le gustaba que la molestaran mucho. Eso era lo que le divertía, porque el rubio adoraba tomarle el pelo a las personas, pero no por malicia. Era su manera de vincularse.

Permaneció en silencio cuando mencionó un tal Fer. Cierto era que no habían compartido tanto tiempo hasta ese momento, pero que él recordara, jamás la había visto con un hombre que no fuera un familiar. Permaneció en silencio, un don del que carecía por completo y que sin embargo utilizaba en momentos de necesidad. La aclaración llegó por sí sola y entonces Braden sonrió. - Nunca he visto un hurón. - dijo, únicamente para darle uso a su voz, y entonces procedió a alejarse para apagar las luces del restaurante en el tablero central y esperar por ella con la puerta abierta de la cocina.

Braden encendió su motocicleta para que entrara en calor y sólo entonces se colocó el casco abierto. Vistió su campera aunque no la cerró sobre su pecho y esperó a la joven en la salida. Enarcó las cejas al ver su expresión. - ¿Acaso has visto un fastasma? - preguntó entre risas, antes de subirse al vehículo y bajar los apoyapies secundarios. - Allí puedes apoyar tus pies, lo digo porque no estoy seguro de que te hayas subido a una moto alguna vez. ¿Me indicas qué calles tomar? - Ubicó el cuerpo hacia adelante, dándole espacio más que suficiente para que se sentara detrás suyo.

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